Mucho antes de tomar su actual perfil minero, el departamento Calingasta fue reconocido en el país como una de las cunas de deliciosas manzanas rojas, junto a Río Negro. Ahora el escenario es otro y si bien las manzanas no perdieron el prestigio, la superficie cultivada sí retrocedió: en los últimos 5 años se redujo un 30,6%, principalmente por la baja rentabilidad y que los productores encontraron en otros cultivos una alternativa más rendidora económicamente.
Esas hectáreas que dejó la manzana fueron, en buena parte, ocupadas por plantaciones de vid, que en la última década amplió su dominio un 136%. Hoy en día, hay 392 hectáreas con manzanas y ya 305 hectáreas con uvas. En tanto, el nogal también se posicionó, aunque no hay estadísticas oficiales.
‘’Calingasta quedó afuera del gran mercado comercial de la manzana, no supimos acomodarnos a lo que el mercado pretendía’’, reconoció un viejo productor barrealino. Es que jamás pudo recuperar esa enjundia que tuvo 40 años atrás, siendo pasada por arriba por la fruta del Alto Valle que se aggiornó a los nuevos tiempos, en materia de calidad, presentación y sumando nuevos mercados. Al mismo tiempo, la necesidad de nuevos vinos impulsó a Calingasta como un atractivo polo vitivinícola para desarrollar vinos finos de altura, que en el caso de los tintos, presentan taninos más pulidos, algo muy buscado en el mercado, y por lo que muchos productores decidieron mutar. Variedades como el Syrah, Cabernet y el Malbec, entre otras, se posicionaron en los valles calingastinos, recuperando el esplendor que tuvo la vid por esos lares en los albores del siglo pasado, en donde las por entonces ‘’estrellas de los viñedos’’ -Criollas, Torrontés sanjuanino y Cerezas- dieron que hablar. En ese mano a mano, la manzana perdió por goleada con la uva y distritos como Barreal, Sorocayense, La Puntilla, Villa Nueva o Barrealito, de a poco perdieron vigor, decayendo progresivamente el hectareaje con manzanas.
‘’Muchos reconvirtieron sus fincas porque la manzana perdió rentabilidad. Y en la vid se encontraron con una industria nueva para esta zona, pero que como sanjuanino es tradicional. Nuestra idea es que más allá que se reconvierta como se está haciendo, es que se le pueda dar valor agregado a la manzana, con alguna pequeña fábrica para hacer licores’’, comentó el responsable de Producción del municipio, Horacio Rubrilar.
En ese valor agregado, de haber plantas que procesaban la manzana, ahora hay dos bodegas boutique que elaboran vinos de alta gama, que tienen como destino el exigente mercado europeo. ‘’Tal vez no se abandonaron las tierras y tampoco hubo gente que se quedó sin trabajo, porque la mayoría cambió de cultivo, pero sí es verdad que Calingasta está perdiendo ese sello clásico que se lo dio por décadas la manzana calingastina’’, agregó el funcionario. Lo que queda de la manzana, sólo una parte se procesa en el departamento, otra parte con destino a Buenos Aires para una reconocida empresa que elabora sidra y la mayoría se vende a granel en el Gran San Juan.

