El dólar a $42 habilita a la Argentina a volver al mercado internacional de vinos en el rango de precios más bajo, el que oscila entre los u$s2 valor FOB, crucial para descomprimir la situación del mercado interno, fuertemente afectado por la caída en el consumo que hoy apenas roza los 20 litros per cápita por año.
Con este valor, las ventas externas volvieron a tener buen comportamiento, hecho que se comprobó a partir de agosto, cuando se registraron salidas por 60 millones de litros de vinos, principalmente a España y Rusia. Curiosamente, España se ha convertido en el principal competidor para volver a ganar espacios en el mercado exportador.
Hasta 2012, la Argentina tenía una participación de 4,8% en el mercado mundial de vinos. Pero las coyunturas que se sucedieron desde entonces impidieron no sólo continuar creciendo en el mapa, tal como se preveía en el Plan Estratégico Vitivinícola 2020 (PEVI 2020) sino también poder mantenerse.
La pérdida de competitividad del sector exportador fue in crescendo, especialmente en las economías regionales, y hoy el país apenas tiene una cuota de mercado de 3% en el plano internacional.
La posibilidad de recuperar ese terreno es real. Aunque dependerá no sólo del esfuerzo de la industria sino de que la Argentina acompañe un poco. Y no hace falta recordar todo lo que ha ocurrido en este país desde el 28 de diciembre de 2017 en adelante para advertir que la cuestión interna es el peor enemigo de este país.
“El dólar a $40 es muy bueno para la exportación porque nos permite ser competitivos de nuevo en el mercado externo. Al poder bajar el precio de lista podemos volver a ubicarnos en el segmento de u$s2 a u$s2,5 valor FOB que habíamos perdido”, dijo a iProfesional, Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina.
Claro que este fenómeno positivo tiene su contrapartida en el mercado interno. Como hay muchos productos atados al dólar, encarecen el precio en el nivel interno. La felicidad nunca puede ser completa.
Si bien en la botella la incidencia del producto dolarizado es de 30%, y se prevé un ajuste, también se estima que no sea tan fuerte. Los proveedores son conscientes de que no hay más margen para aumentar más allá de que hay insumos, como el corcho, ciertos materiales de la cápsula y hasta la etiqueta que sí terminan siendo impactados.
Uno de los segmentos que podría estar afectado por esta situación es el que se mueve entre los $120 y los $150 y que tendrían un incremento de un 10% hacia adelante.
Mientras digitan la situación interna, el énfasis se pone en la externa. Aunque el mayor volumen comenzó a colocarse en el exterior de manera más decidida con la última corrida del dólar, el vino a granel ya viene acumulando un crecimiento de 150% respecto de 2017. Pero, claro, ese año se vendió muy poco, de modo que la comparación hay que tomarla con cautela.
“Pero si se mantiene este tipo de cambio, a fin de año deberíamos llegar con exportaciones por unos 100 o 150 millones de litros de vino”, se entusiasmó Bressia.
Tan cerca, tan lejos
En la actualidad, esas ventas representan unos u$s900 millones, muy lejos de los u$s2000 millones de exportación previstos para el 2020 por la industria a partir de las acciones, iniciadas hace ya más de 10 años por la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR).
Allá por 2012, cuando se registró el mejor nivel de ventas a otros países, se logró rondar los u$s1.200 millones. Ahora, la expectativa es volver a anotar esa cifra pero en 2020 aunque “en condiciones normales”, aclaró Bressia. A esta altura, la pretensión de cualquier industria que opere en la Argentina es que dejen de suscitarse tantos cambios con tanto vértigo.
Y como el país de los últimos años no ha ofrecido “condiciones normales”, el PEVI debió reformularse. Una expectativa de muy largo plazo es que esas ventas por u$s2.000 millones que, se esperaba, se concretarían en 2020 tal vez haya que esperarlas para 2030.
Pero no conviene hacer tanta futurología. El “paso a paso” ha trascendido al Mostaza Merlo y se ha convertido en la biblia de los negocios de las distintas economías.
Hay, sin embargo, una sana expectativa. Así como se espera que crezcan las exportaciones de los vinos más baratos, los de u$s2 a valor FOB, también se espera que lo hagan aquellos que se ubican por encima de los u$s4. Se trata de los vinos que suelen verse en las góndolas de los supermercados o vinotecas cuando uno visita a otro país.
Para ganar posiciones habrá que vérselas con España, que fue el que aprovechó desde 2012 la caída que iba registrando la Argentina en el segmento de vinos de más bajo precio. Como una especie de revancha por lo que se había logrado desde el sur. Ahora, la situación tomará aires de revancha, y el mercado local va a recuperar lo perdido.
Será una competencia dura. La caída del consumo del vino también golpea fuerte a la Madre Patria, cuyo nivel está por debajo de los 20 litros per cápita anual. Es la razón por la que ese país encara una agresiva estrategia de promoción tanto en la Unión Europea como en los Estados Unidos.
Y para lograr ese objetivo habrá que hacerse fuerte también en el mercado interno. Porque no es posible tener un mercado exportador fuerte si adentro las cosas van mal. Volverse competitivo en el exterior no depende sólo de un dólar a u$s40, sino también de la escala. Y si el segmento de más bajo precio cae, básicamente el tetra brik, que sostiene a la industria, no se puede esperar una mejora en los escalones de más arriba.
Promover el consumo en la Semana del Vino
Con todo este combo de acciones, estrategias, expectativas y dedos cruzados es que en octubre arrancará la Semana del Vino en Buenos Aires. Entre el 1 y el 7 de octubre las bodegas saldrán a la calle para hacer conocer sus productos a los argentinos, en vinotecas, restaurantes y bares con precios de descuento.
En estos días se celebrará a los tintos, los rosados, los blancos y los espumantes de una manera más descontracturada, y nueva: con música electrónica, para habilitar nuevos momentos de consumo, tal como ocurrirá en el bar Million. O con el foco puesto en el concepto de lo orgánico y lo biodinámica, tal como sucederá en Vico Wine bar.
Entre el 4 y el 5 de octubre se realizará la tradicional Vinos y Bodegas en La Rural donde cada una de las regiones vitivinícolas mostrará sus productos más representativos, sin dejar de lado el espacio de discusión de la industria, como tampoco lo vinculado con promover el consumo responsable de vino a través de la iniciativa Wine in Moderation.
“Es un año para hacer muchas cosas, no hay que quedarse con los brazos cruzados”, describió el presidente de Bodegas de Argentina, quien consideró que ya no se trata sólo de llegar al público millennial sino también a los centennials, que quieren salir de las bebidas habituales y encontrarse con productos que no sean tan caros.
“Habrá un mensaje directo para esos públicos, que muestre que el vino también acompaña a un pancho o a una hamburguesa , y que propondrá alternativas a aquellos que tienen curiosidad por esta bebida”, agregó el directivo.
Y esto sucede justo en un momento en que la cerveza está más cara que el vino, producto que además, y en las vísperas del verano, tomado con hielo o con soda vuelve a representar una alternativa fresca y más rendidora que la primera.
El vino, como bebida nacional, se prepara para su Semana, y aprovecha el momento para reactivar estrategias en el mapa mundial. Una serie de iniciativas en conjunto que apuntan en varios frentes: quitar excedentes del mercado –con el consiguiente impacto en la baja de precios que reciben los pequeños productores-, volver a incentivar el consumo interno a través del márketing y reinsertarse en mercados perdidos en el exterior.
Una serie de iniciativas que apuntan a poner en el lugar que corresponde a la economía regional más extensa e importante del país.
Fuente: Iprofesional