Es un dato desconocido para los sanjuaninos, aunque en el mundo de la ingeniería se lo pone como ejemplo de lo ideal: El dique de colas de la mina de oro Casposo -que ya funciona en San Juan, en el departamento de Calingasta- es de "cuarta generación", lo último en tecnología en cuanto a ingeniería de construcción, y que aplica lo más reciente que se ha descubierto en el tratamiento de las colas o deshechos que deja la extracción del oro y la plata.
Eso lo hace uno de los más seguros del mundo, porque recupera de los deshechos la mayor cantidad de líquido posible, y los transforma en una especie de barro muy manejable que se deposita en el dique y atempera casi al máximo cualquier riesgo de filtración o contaminación.
La tecnología que usa la mina Casposo se equipara a la de las minas Mantos Blancos en Chile o a Kid Creec, en Ontario Canadá.
"Como esas otras minas, Casposo hace depósito de colas secas, filtra el agua y la absorbe dejando las colas con sólo 5% de humedad. El agua que sacan la recirculan al proceso de extracción del mineral. Es un caso testigo”, explicó el Magister ingeniero en minas, Luis Ventura Gutiérrez.
"Es lo ideal para los diques de colas, pero muy costoso; lo que lo hace de difícil aplicación en yacimientos de gran envergadura”, agregó el experto -miembro del Instituto de Investigaciones Mineras- quien reveló el dato en una conferencia que dio el viernes pasado a una platea repleta de estudiantes.
Fue en el marco de un ciclo organizado por la Universidad Nacional de San Juan, en el Centro Cívico; para poner blanco sobre negro en el tema de contaminación. Denominado "Uso del agua y problemas ambientales en la minería de San Juan”, el ciclo intentó desmitificar ciertas creencias respecto a los diques de colas y el uso del cianuro (ver aparte), entre otros.
"Que Casposo usa un dique de cuarta generación es desconocido, pero de gran consideración, porque tiene un costo superior al manejo de colas de un dique de tercera generación por ejemplo. Porque el de tercera, una vez que se genera el efluente, se puede hacer un proceso de espesamiento muy leve, se toma una parte de los líquidos y el resto se tiene que bombear por gravedad al dique de colas o depósito”, explicó Gutiérrez.
En el mundo de la minería existen cuatro tipos de diques de colas. Los de tercera generación -como son los de Veladero o será el de Pascua-Lama- son los más comunes y también muy seguros: usan lo último en ingeniería de construcción y aplican estrictas normas de seguridad y cuidado ambiental, lo único que no hacen es "secar" las colas.
Los de segunda usan algo de ingeniería. Pero los peores son los de primera generación, que ya dejaron de usarse en el mundo hace años por contaminantes: Son los que arrojaban los desechos al mar o al río, como sucedió con el potasio arrojado al Río Rin, en Francia; las colas de cobre arrojadas al mar por Southern Perú, o el caso de Minemata, en Japón. Éste último perteneció a una industria plástica que arrojó el acetil mercurio al mar y contaminó los peces lo que luego produjo malformaciones humanas.
En Argentina un caso testigo de la minería que no hay que hacer es el Río Turbio, décadas atrás: Las partículas de carbono, pegadas a las de bentonina, eran arrojadas al río donde permanecían en suspensión durante mucho tiempo. "Se oscureció el agua y no permitió el pasaje del sol, lo que terminó matando la vida ictícola", contó el ingeniero. "Durante más de 20 años, desde el Instituto se hicieron grandes esfuerzos por incorporar el dique de colas de cuarta generación en Río Turbio, pero no hay novedades de que se haya aplicado", agregó Gutiérrez.