
Tal como anticipó el mercado, por los últimos movimientos del dólar (que tras amagar durante dos días seguidos marcar nuevos récords cerró en baja) y los movimientos de las tasas cortas de interés, el Banco Central (BCRA) recortó la tasa de referencia para la economía de 28,75 a 28% al nominal anual. Se trata de una baja que se ubica en la mitad de los pronósticos que manejaba el mercado.
La entidad que conduce Federico Sturzenegger siempre destacó la necesidad de una política monetaria contractiva, frente a señales de aceleración de la inflación. Pero con la adecuación de las metas que le impuso el Gobierno se veía ante la obligación de bajar las tasas de interés.
En el comunicado en que difundió su decisión el BCRA destacó que “será cauteloso en la adecuación de la política monetaria al nuevo sendero de desinflación”.
Y explicó: “Si bien se estima que el IPC de diciembre reflejará el fuerte aumento de precios regulados (en especial, gas y electricidad) y cierta incidencia directa de esos precios en la inflación núcleo, en la visión del BCRA el proceso de desinflación se ha encarrilado a lo largo del último semestre. La inflación núcleo de los últimos tres meses se ubicó, en términos anualizados, cerca del 18% y los datos de alta frecuencia indican que esta dinámica favorable persistió a lo largo del mes de diciembre y en los primeros días de enero. En este contexto, una baja en la tasa de interés de referencia evita que se incremente el sesgo contractivo de la política monetaria”.
“Naturalmente, si se busca una menor velocidad de desinflación que la planeada originalmente, corresponde un sendero de política monetaria menos contractivo que el que antes se preveía”, prosigue. “Pero esa moderación en el sesgo contractivo sólo podrá sostenerse en el tiempo en la medida en que la evolución de la desinflación sea compatible con la trayectoria buscada”, concluye antes de confirmar que su nueva meta es la cerrar el 2018 con una inflación del 15 por ciento.
