Tras una semana de comparaciones odiosas entre San Juan y Mendoza, con las fiestas del Sol y la Vendimia como pretexto coyuntural, hubo un punto que pasó prácticamente inadvertido y merece detenimiento. El cuestionado Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) difundió los valores de empleo del tercer trimestre de 2009, en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). En Cuyo, San Juan quedó en el tercer lugar del podio. Es decir, relegada respecto de sus vecinas Mendoza y San Luis.

En materia de desocupación, el valor para el trimestre julio-agosto-septiembre para Cuyo fue del 6,4 por ciento. En primer lugar quedó el núcleo urbano San Luis-El Chorrillo con el 2,7 por ciento y en segundo lugar el Gran Mendoza con el 6,4 por ciento. El Gran San Juan debió resignarse con el 8,1 por ciento, no demasiado lejos de la colega sureña, pero cabizbaja por no poder cambiar el posicionamiento histórico.

Consultado sobre el asunto, el gobernador José Luis Gioja dijo que "siempre fue así” y que el ritmo de recuperación de la provincia en materia de empleo ha sido superior al promedio de la región.

El dato es cierto. Según la consultora chilena Malthus, la ocupación aumentó un 38,4 por ciento en San Juan versus el 13 por ciento en la región de Cuyo, en el período 2003-2008.

Visto desde una perspectiva más amplia, puede concluirse muy preliminarmente que la provincia sufre un rezago histórico y que, más allá del repunte del empleo desde la aparición de la gran minería metalífera, aún no alcanzan las inversiones para paliar el flagelo de la falta de trabajo. Y, evidentemente, con la minería sola no basta.

Rayando en lo obvio, sin fuentes de empleo no puede siquiera discutirse una política de salarios ni la conquista de beneficios como la cobertura de obra social, ART y aportes previsionales. Una discusión de los años ’20, pero aún vigente por no estar resuelta.

Sin embargo, las protestas sociales de fin de año -que ya aparecieron- se mostraron alejadas de este planteo en pos de mayores fuentes laborales. Con matices, gremios y agrupaciones piqueteras salieron a reclamar bonos especiales para engrosar el aguinaldo o bien una canasta de alimentos regalada por los grandes supermercados. "Un gesto de solidaridad”, lo llamaron.

El planteo estructural, de fondo, quedó oculto. No obstante, esto no disculpa la obligación de las autoridades de gobierno. Tampoco la responsabilidad de los dirigentes del arco sindical-piquetero.