Las necesidades financieras hacen que las personas tomen deudas para hacer frente a gastos que son necesarios para mejorar el estándar de vida o para poder avanzar profesionalmente. El problema surge cuando no se hace un análisis certero de la capacidad de pago para cumplir con los compromisos, lo que puede llevar a un desbarajuste para el bolsillo.
En ocasiones, quien tiene una deuda suele autoconvencerse realizando simples cuentas y la promesa de "gastaré menos el mes que viene", el equivalente a "el lunes empiezo" que se hace con las dietas.
Ante una situación de endeudamiento y si se quiere salir lo antes posible, hay que reconocer primero que esto es parte de un proceso. Se recomienda ser pacientes y centrarse en las deudas que son más urgentes y pueden generar mayores consecuencias.
En tal sentido, según explica Andrés Stangalini, principal responsable de Estudio Stangalini, la deuda con la que se debe tener prioridad es la más costosa que, por lo general, es la que se generó con una tarjeta de crédito. "Siempre se deben pagar primero las deudas más caras debido a que estas crecen más rápido cuando no las pagás", agrega.
El pago mínimo de una tarjeta de crédito es mucho más costoso que un préstamo personal. En muchos casos supone intereses sobre el saldo de deuda superior al 60% y 70% anual. Stangalini explica que usualmente las deudas con tarjeta de crédito son las más caras, seguidas por las de préstamos personales y vehiculares; mientras las más baratas son las hipotecarias.
"Es importante tener especial cuidado de no afectar tu reputación financiera", agrega respecto a un dato no menor que puede afectar el desenvolvimiento financiero de una persona. Entre más esfuerzos para reducir las deudas, mejor será el puntaje crediticio y el reporte que llegue a las entidades lo que, a futuro, se traduce en tener acceso a mejores créditos.