Precios casi ‘’prohibitivos’’ para comprarse un traje o un saco. El calzado, ya sea botas o zapatillas, se fue a las nubes. Los electrodomésticos escalaron a valores altísimos. En el medio, una pobre financiación. Conclusión, menos plata en el bolsillo y precios más caros por la inflación, con lo que la ecuación inevitablemente termina en rojo. Y esta coyuntura puso contra las cuerdas a más de un sanjuanino, que en esta primera parte del año empezó a cambiar el paradigma de gastos: le dijo adiós a las compras compulsivas y le dio la bienvenida a los arreglos. Así las cosas, volvieron al ruedo oficios que estaban algo olvidados, como el del zapatero, modista, sastre y, en menor medida, el técnico que repara electro, según se desprendió de un relevamiento de DIARIO DE CUYO. No es todo: otro coletazo de la crisis económica que empieza a tomar vigor y que en el Gran San Juan se ha multiplicado, es un negocio que otrora fue furor -en los 80’ y ‘90-, como el de los lavaderos de autos. Desocupados, con la plata de la indemnización en mano, muchos de ellos exmineros y otros que buscan sumar algunos pesos extras, se metieron en la tarea de lavar vehículos, donde los ingresos son diarios, pero inestables (ver páginas 7 y 8).
Lo de la vuelta de los oficios tiene su explicación en los precios al alcance del bolsillo, y en que cada vez se esmeran más por dejarlos como nuevos . Los comerciantes, muchos de ellos que mamaron el oficio desde niños y que ya peinan canas, afirmaron que en algunos casos la demanda de trabajo llega a ser el doble que en el primer cuatrimestre del año pasado: por ejemplo para arreglar el saco de un traje el tiempo de demora se fue a dos semanas, cuando antes se resolvía en 4 o 5 días. ‘’No le quiero mentir, pero viene el doble de gente. Acá trabajamos 4 y a veces 5 personas para cubrir todos los trabajos. Es más, ahora que las zapatillas están muy caras compré las telas originales de los modelos que más nos traen y ahora las dejo como nuevas, y unas zapatillas que salen 1.100 pesos, yo por 120 pesos quedan 0 km’’, contó Marcelino Salas (69), que desde 1957 vive de este oficio. ‘’Cada vez que hay crisis la gente tira menos y arregla más. Vos en momentos de vacas gordas, rompes un zapato y te compras otro. Ahora no están las cosas para hacer eso’’, agregó Daniel Torres, del céntrico Taller Berta.
Todos coinciden en que no se alegran de que les vaya ‘’tan bien’’, porque es síntoma de que en la calle las cosas no marchan por el buen camino: ‘’¿Sabe los años que tengo en esto? 68. Y cada vez que a la gente le falta la plata recurre a arreglar lo que antes tiraba’’, apuntó Juan José Funes, que tiene su sastrería por calle San Luis. Se jacta de ser uno de los pocos que quedan en la provincia que conocen este oficio como la palma de su mano. En las sastrerías se arregla de todo, desde la cintura de un pantalón que quedó chico hasta un gabán que hay que hacerlo a nuevo. Casi de la mano, las modistas viven por estos meses su ‘’luna de miel’’: ‘’Viene gente que se nota adinerada a cambiar el cuello de una camisa de marca; antes ni aparecían por acá’’, enfatizó Aurelia Sánchez (67), que con su vieja Singer volvió a sacarle jugo, y así sumar pesos a su sueldo de jubilada. Un rubro que también mejoró la demanda es el de electro y si bien la reparación le abre la puerta al ahorro, muchos implementos importados no se consiguen y otros están muy caros. ‘’Un lavarropa o una heladera, te conviene. Pero algo electrónico, a veces sale más caro arreglarlo que comprarte uno nuevo’’, explicó el técnico Silvio Valdéz.

