"Los vecinos vieron una bola blanca desde el cielo que cayó sobre la casa. Dicen que fue como un luz que iluminó todo como si fuera el flash de una foto. Y que ahí explotó el salón", contó Eduardo Funes, hijo de Héctor, el finquero de San Martín que perdió una galería cerrada de su vivienda por un incendio durante la tormenta que golpeó a la provincia. El fuego se originó supuestamente por la caída de un rayo, de acuerdo al testimonio de los vecinos, aunque Bomberos no hizo pericias y se desconocía la causa del siniestro.

Héctor (64) ayer caminaba por los restos del salón, lamentando la pérdida de un freezer, un lavarropas automático que apenas tenía dos cuotas pagas, una bicicleta, la mesa y unas sillas. Pero a la vez, estaba agradecido de haber llegado a tiempo para apagar el fuego y salvar el resto de la casa. El matrimonio Funes vive junto a uno de sus hijos en esa casa de Laprida y Belgrano, en Dos Acequias. El domingo habían ido al paraje de San Expedito junto a unos familiares y cuando llegaron se toparon con las llamas saliendo del techo. "Con mis familiares y los vecinos empezamos a sacar agua de unos tachos y hasta de los charcos que se habían juntado por la lluvia. Yo me subí al techo y del tanque de agua le largaba a los palos y los cañizos. La desesperación era que el fuego no agarrara las piezas y la cocina, porque ahí sí que nos quedábamos en la miseria", contó Héctor.

Cuando pensaron que habían controlado las llamas, en medio de la lluvia, comenzó a correr el viento y entonces se avivaron las brasas de los palos del techo. Pero justo llegaron los Bomberos y controlaron la situación.

"Cuando cayó el rayo, el freezer explotó. Fue una desgracia con suerte porque nosotros cenamos en la galería y no sé que hubiera pasado si estábamos ahí. Los vecinos dicen que fue tremendo el fogonazo y la explosión", dijo el dueño de casa.

"No quiero sacar la cuenta de lo que perdí, porque a medida que voy acomodando algunas cosas, me sigo amargando. Yo había instalado un tanque de agua para usar con el lavarropas nuevo, pero descubrí que se derritió", dijo Héctor, mientras tocaba unos colgajos de plástico negro que caían del techo que antes fueron un tanque de 600 litros.