Sólo una de cada diez mujeres en edad de jubilarse podrá acceder a un haber sin pasar por una moratoria previsional. Un nivel mayor de precarización laboral en relación a los hombres y una distribución desigual de las tareas domésticas no remuneradas en el hogar explican que la gran mayoría de las mujeres no cuenten con los aportes suficientes para gozar desde el retiro con una jubilación completa.

Un informe de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía demostró que casi el 89% de las mujeres de entre 54 y 59 años tiene menos de 20 años de contribución al sistema previsional, que requiere 30 años para tener un haber pleno.

De esta manera, una de cada diez mujeres necesitará entonces entrar a una moratoria jubilatoria. No es una situación nueva ya que, estimó el estudio, actualmente el 85% de las mujeres que se jubilan lo hacen a través de ese sistema para completar los años de aportes.

Los cálculos del informe oficial toman en cuenta a la totalidad de la población de mujeres de entre 55 y 59 años, que según Indec es de casi 1,1 millones. Esta cifra engloba tanto a mujeres que aportan al sistema jubilatorio por tener un empleo registrado como las que trabajan en negro o están desempleadas.

Pero considerando solo a las mujeres que sí tienen aportes registrados en Anses, la situación no es mucho mejor. De acuerdo a datos del organismo previsional hacia marzo de 2020 unas 125.410 mujeres de ese rango de edad tenían al menos 20 años de aporte jubilatorio.

En total hay 634.316 mujeres de entre 55 y 59 años aportando al sistema. La conclusión es que incluso entre las que tienen un empleo registrado el 80% no llegará a tener los años de contribución suficiente y necesitará también una moratoria.

Aunque en las mujeres se nota con mayor claridad, la falta de contribuciones jubilatorias mínimas antes del retiro de la vida activa es general. Según información de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), de todas las jubilaciones otorgadas por el régimen general (excluyendo especiales como docentes, investigadores o el Poder Judicial), el 55% implicó algún tipo de moratoria.

Para ponerlo en números: de las 3,4 millones de moratorias que habilitó el Estado, 2,5 millones (el 73%) correspondieron a mujeres y 819.000 a hombres.

Cantidad de años de aportes de mujeres y hombres en edad jubilatoria. (Foto: Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género)

Vida activa: peores trabajos, peores sueldos y más trabajo en casa

Por distintas razones la línea de largada en el mercado laboral es desigual para las mujeres y al finalizar la vida activa la posibilidad de contar con un haber jubilatorio pleno es mucho más dificultosa.

Las mujeres registran en todas las estadísticas condiciones de empleo y de jubilación peores en relación a los hombres. Según la Dirección de Género, los hombres ganan un 27,7% más que las mujeres y esa brecha de ingresos es incluso mayor en el empleo informal: 36,8%.

"Estas diferencias se ven reforzadas por una asimétrica distribución de las tareas domésticas y de cuidados no remunerados: las mujeres dedican tres veces más de tiempo a estas labores que los varones. A su vez, nueve de cada 10 mujeres realizan estas tareas y esta jornada de trabajo no pago se extiende, en promedio, 6,4 horas diarias", explicó un informe de esa dirección, creada en diciembre tras el recambio de Gobierno y que es encabezada por Mercedes D’Alessandro.

Los síntomas de esta situación se cristalizaron con la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) durante la cuarentena. Esta medida terminó por conformar una suerte de "mapa" de la precarización y la pobreza.

Un 55% de los pagos de IFE se realizaron a mujeres, lo que se explica por tres razones. En primer lugar, los $10.000 se pagan a todos los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo. De acuerdo a datos oficiales, el 90% de los titulares son mujeres. En segundo lugar, la política oficial sostiene que en caso de haber dos solicitantes por familia, se le da prioridad a que el bono sea cobrado por la mujer.

Por último, porque el único empleo registrado que tiene derecho a cobrar el IFE es el de personal de casas particulares. Este es el principal empleo de las mujeres en la economía, prácticamente 1 de cada 5 puestos de trabajo. El 93,6% de esta fuerza laboral son mujeres. La informalidad supera el 75% y el salario promedio es el más bajo de toda la economía ($8600).

El IFE, además, fue habilitado para esa porción de la población considerada "inactiva", lo que acerca a las amas de casa a un ingreso por los trabajos domésticos y de cuidado, que no tienen una remuneración. "Esta medida se vuelve particularmente relevante en un contexto en el cual, tal como lo reconoció en un informe el Secretario General de las Naciones Unidas, las tareas de cuidados y domésticas no remuneradas se incrementan notablemente debido a las políticas de aislamiento", explicaron.

La conclusión de la Dirección de Género es que como consecuencia de estas desigualdades la pobreza está "feminizada". "Las mujeres están sobrerrepresentadas en el decil de ingresos más bajos (69%) y subrepresentadas en el de ingresos más altos (37%)".

Vida pasiva: jubilaciones y pensiones más bajas

Del otro lado de la página de los aportantes, entre los beneficiarios del sistema previsional, el 62% de las jubilaciones y el 85% de las pensiones pagadas por el Estado son a mujeres, según la OPC. La diferencia de edad jubilatoria (60 años contra 65 en los hombres) es solo de una de las razones que lo explican.

"La preponderancia de mujeres en los beneficios (sociales) surge como resultado de la aplicación de moratorias previsionales, lo que permitió que esa parte de la población que mayoritariamente en edades activas se encontraba en la informalidad laboral, acceda al beneficio jubilatorio", explicó ese organismo.

La primera gran moratoria jubilatoria tuvo lugar en 2005, que permitió en los primeros diez años que la cobertura previsional pase de cerca del 66% a casi 94% del total de personas en edad de jubilarse. La mayoría de las personas que ingresaron al sistema fueron mujeres.

Una vez que dejaron atrás la vida activa, los ingresos de las jubiladas también son mucho menores a las de los hombres. De acuerdo al mismo estudio de la OPC tomando en cuenta todos los regímenes jubilatorios, el haber promedio para los hombres es de $30.505 contra $21.258 para las mujeres. Casi 45% de diferencia.

Otro dato grafica esa desigualdad. Mientras poco más de 960.000 hombres cobran una jubilación igual o menor a la mínima ($16.864 desde junio), al mismo tiempo lo hacen 2,4 millones de mujeres.

Las jubilaciones resultan insuficientes para miles de beneficiarios que deciden complementar su ingreso con un trabajo. Según Anses, 145.000 mujeres y 146.000 hombres en edad teórica de jubilación siguen aportando el sistema por tener un empleo registrado.

(Con información de Ministerio de Economía y TN)