Su sueño trascendió a su muerte. El enólogo Alberto Ramón Molina ideó el proyecto en su casa en Córdoba, donde fue a vivir sus últimos años; y consiguió la aprobación de la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Amblíopes. El nunca comprendió por que los ciegos, con sus capacidades ampliamente desarrolladas para detectar aromas y gustos, no estaban insertos en la industria vitivinícola. Pero el cáncer sorprendió a este caucetero que nació en la ‘cosecha 39’ -como solía decir- y en sólo 6 meses se lo llevó, el 6 de enero de 2004 cuando tenía 64 años. ‘’Su proyecto quedó sobre el escritorio, yo lo miraba y me dije, algo tengo que hacer porque era lo que más quería’’, recordó su esposa Mercedes Juana Malen de Molina, conocida como ‘Beba’. Un par de amigos de la pareja- el locutor caucetero Rony Vargas y Pepe Obando, distribuidor de Catena Zapata en Córdoba la ayudaron. En el 2004, en el Museo Marqués de Sobremonte, con la colaboración del enólogo Walter Castro se realizó el primer curso de cata de no videntes, que desde entonces no se desintegró más. El grupo inicial de 14 no videntes logró importantes avances en lo teórico y práctico y todos obtuvieron el diploma de Catadores. Así nació el grupo Cata de Ciegos Enólogo Alberto Molina que lleva 13 años de vida y participa en degustaciones por todo el país. Hoy llegan algunos referentes para homenajear con el descubrimiento de una placa a aquel que pergeñó el movimiento (ver aparte).

Multifacético

La idea de capacitar a los no videntes en la cata de vinos fue sólo uno de los logros de este profesional sanjuanino que se formó en el Colegio Don Bosco y egresó años después de la escuela de Fruticultura y Enología con el título de Fruticultor-Enólogo.

Desde el año 1958 ingresó al mundo del vino como enólogo y asesor de varias bodegas y fábricas de aceite locales, y hasta le tocó estar en la época dorada de la vitivinicultura sanjuanina, como asesor técnico de la Corporación Agro Económica Vitícola -CAVIC- donde siendo jefe de Cortes bajo su supervisión se llegó a elaborar la cifra récord de 15,8 millones de litros de vino.

Luego, nominado a la beca Vaslin, en Francia, recorrió y se especializó en Bordeau, Montpellier y Beuojalois, trabajó como asesor de Wine Menestra Entocpresse, en Santa Fe de Nueva México; y en Gabe Magnota Mostos, en Canadá. Además, dictó cursos de cata en el Centro de Enólogos de Buenos Aires, supervisó a técnicos y operarios en Elaboración, Técnicas de Vinificación y Tipificación de Vinos. En 1997 se radicó en Córdoba donde se desempeñó como profesor en el Instituto Superior Mariano Moreno, en la Escuela de Gastronomía y en la Universidad de Morón.

‘’En esta provincia empezó a ser el gestor de una movilización de la cultura del vino, porque los cordobeses tomábamos pero sin tener los conocimientos acabados de la cepa, su elaboración y su cultura’’, recordó ayer Beba. Su amistad con Rony Vargas fue determinante para realizar un micro en el programa radial Viva la Radio, en Cadena 3 de Córdoba. Según su esposa‘, frente al micrófono, ’atrapó a la audiencia’. Su amigo, y uno de los impulsores de este homenaje, el somelier sanjuanino Hugo Ugarte; coincide con la apreciación. En la radio, Molina mezclaba sus conocimientos técnicos del vino con la cultura, la literatura y la poesía, lo que desencadenaba una gran participación de los oyentes.