La semana que viene parte el primer barco hacia Japón con dulce de leche argentino que se venderá en las góndolas de ese país. Dos años le llevó a la fábrica santafesina San Ignacio cumplir con todas las exigencias de ese mercado, al que consideran de "gran potencial".
El buque se cargará mañana y saldrá la semana que viene con cuatro pallets de frascos de vidrio, marca argentina y etiqueta en inglés. "El volumen no es importante, lo clave es ver cómo se mueve, cómo rota. Debimos sortear las exigencias de un mercado muy duro en cuanto a reglamentaciones y rotulado con ítems que otros no piden", explicó aLA NACION Alejandro Bertín, director de San Ignacio.
La empresa produce 10.000 toneladas al año de dulce de leche en su planta de Sauce Viejo, en Santa Fe y exporta entre 12% y 15% del total. Es la única argentina habilitada para vender a la Unión Europea (tanto tambos como planta); también llega a Filipinas ,Nueva Zelanda , Estados Unidos y Latinoamérica.
Japón, apuntó Bertín, es un destino relevante por su "alta exigencia, porque es exótico y tiene buen potencial". Y agregó: "Si una compañía japonesa se involucra, demuestra interés de ellos y, obviamente, también nuestro. Son 130 millones de habitantes de buen poder adquisitivo, la expectativa está en la reposición, en que lo prueben y lo consuman".
En San Ignacio trabajan 120 personas en las dos plantas, Sauce Viejo e Hipatía (produce queso azul, 45% para exportación). Además dependen de la firma 55 tambos en las dos localidades son la principal empleadora.
La historia de San Ignacio comenzó en 1939 en Rosario cuando Ignacio Rodríguez Soto decidió producir lácteos. En 1997 la planta elaboradora se trasladó a Sauce Viejo y, un año después, la empresa compró la de Hipatía. En esa época la firma sumó como socios a los franceses Laiteries Hubert Triballat (Rians) y le fue vendiendo, por partes, todo el capital accionario.
En 2013 Bertin, Alejandro Reca y Diego Temperley compraron la empresa que volvió así a manos argentinas y se amplió con un proceso de inversiones. Las fábricas procesan un 27 millones de litros de leche al año para fabricar dulce de leche, quesos y productos frescos que se comercializan tanto en el mercado masivo como en el industrial.