El mercado del mosto, una de las alternativas de producción en la industria vitivinícola, también viene complicado esta temporada porque, según sus protagonistas, se ha registrado una fuerte caída en el valor de la tonelada, que pasó de 1.382 dólares FOB el año pasado a unos 1.000 dólares este año. Pero, a pesar de esa situación, confían en que incluso pueden llegar a crecer las exportaciones, que durante el 2018 sumaron unas 105.000 toneladas en todo el país.
Fernando Morales, presidente de la Cámara de Exportadores de Mosto, que nuclea a unas 15 industrias de todo el país, la mayor parte ubicadas en Mendoza y San Juan, estuvo el miércoles en la provincia reunido con el ministro de la Producción, Andrés Díaz Cano, para analizar la realidad actual del sector y anticipar acciones para estimular los precios. Incluso se esperan anuncios para los próximos días relacionados con esta actividad, que es una alternativa para sacar producto del mercado en un contexto de excedentes vínicos.
Si bien la realidad de las mosteras no es la mejor, afectadas también por la quita de reintegros y la aplicación de retenciones, a lo que se suma el incremento de los costos, por ejemplo de la energía, y de un tipo de cambio en descenso, presenta una realidad mejor que la industria del vino. En este sector, por ejemplo, los viñateros han salido a pedir que se pague por lo menos 8 pesos por el kilo de uva, el doble que la temporada pasada para mantener la rentabilidad del negocio. En cambio, en el mercado de las pasas, se está pagando hasta 11 pesos por el kilo de uva, casi el triple que la temporada pasada.
Según Morales, el problema para las mosteras este año es que volvió a aparecer España en el mercado internacional, que el año pasado tuvo una cosecha escasa, y que compite con los destinos nacionales, que son Estados Unidos, Canadá, Japón y Sudáfrica.
En cuanto a un análisis de la presente cosecha, el dirigente estimó que "en volumen podemos estar en valores similares o mejores que el 2018, pero muy exigidos en precio". Sobre el tipo de cambio analizó que, según análisis previos de los especialistas, y de acuerdo al relevamiento de expectativa del Banco Nación daba para marzo un dólar a 41,50 pesos. "Hoy la realidad nos dice que ese valor no se va a dar y ese ajuste en el valor del tipo de cambio hacia abajo hace que el negocio sufra un poco más", sostuvo Morales.
El presidente no se animó a dar un precio por el kilo de uva para la presente cosecha, cuando el año pasado se pactaron las operaciones a 4 pesos en promedio en San Juan.
Las mosteras argentinas exportan mosto concentrado, que se utiliza como edulcorante para la industria del jugo y en algunos países incluso se permite vinificar, como en Japón.
Según datos oficiales, durante la cosecha 2018, San Juan destinó el 47,3% de su producción de uvas a la elaboración de mosto. Ese mismo año, la provincia exportó 49.237 toneladas de este producto vitivinícola.
"Esperamos que haya un cupo superior"
-¿Cómo viene la cosecha?
-Se espera una cosecha algo menor que la del año pasado, entre un 10 a un 15% menos, en lo que va a esta industria. También el año pasado un volumen de uva que era para pasa se fue al mosto, que este año no se va a dar porque la pasa tiene mejores valores. Y como hay un exceso de stock de vino probablemente a mosto vaya un volumen que podría haber ido a vinificación.
-¿Habrá acuerdo para destinar un porcentaje de la cosecha para mosto?
-Es lo normal de todos los años. Sé que las provincias están dialogando sobre cuál podría ser el cupo y esperamos que sea superior al del año pasado.
-¿Qué valores por kilo se están manejando?
-Se está conversando, pero debemos decir que lo principal que el productor está pidiendo es que las bodegas mosteras reciban la uva, aunque todavía no hay una discusión profunda sobre los precios.
-¿Se anima a dar una cifra?
-Es difícil dar una cifra porque sería generar una falsa expectativa.
-¿Qué opina de los contratos obligatorios para la industria?
-Estamos a favor de la transparencia de las relaciones comerciales entre el productor y el mostero en este caso, pero en un contexto difícil como el actual el contrato no debería quitar flexibilidad a las relaciones entre las partes para que los negocios se puedan llevar adelante sin trabas de burocracia. Lo que creo es que recién se van a llevar al papel las cosas cuando ambas partes estén conformes con lo que se pacte.