Los campamentos mineros en la cordillera son espacios donde las decisiones gravitan alrededor de la practicidad. En contextos que son hostiles, es necesario hacer estructuras que funcionan como ciudades, donde el personal vivirá durante días. Pero el plan de Los Azules, el proyecto de cobre que tiene McEwen en San Juan, contempla otros objetivos, porque quiere construir un espacio eficiente, ecológico, moderno y también bello. Esta última característica está inspirada en el lugar donde se ubicará la mina, que tiene al menos 20 años de vida útil planificada. En una visita que realizó DIARIO DE CUYO al lugar, fue posible ver la actualidad del área y detalles de cómo será el innovador campamento, único en su tipo.
Los Azules es un proyecto en exploración y como tal, su infraestructura es simple. Algo habitual en el desarrollo en la Cordillera es que se hacen estructuras livianas y de rápido armado, que sirven de base para armar otras de mayor complejidad. Debido a la instancia en la que se encuentra, el camino hasta el yacimiento muestra todas estas etapas en las que va el personal se abre camino en un terreno hostil como es la montaña a más de 3.000 metros de altura.
Es que para llegar al lugar donde hoy trabajan hay que hacer más de 5 horas en vehículo desde Calingasta. En la villa cabecera están las oficinas de Los Azules y parte de la infraestructura que se utiliza como obrador y luego es necesario transitar primero por un camino provincial y luego por una huella minera. La primera posta es El Candadito, que funciona como puesto de control, pero también tiene un campamento, donde se queda el personal que se encarga de mantener la huella, un comedor y una enfermería. Los módulos habitacionales en este lugar son algunos de carpas, que cuentan con calefacción y comodidades adaptadas a la altura (unos 3.200 msnm), y una minoría de container.
Quienes están en condiciones de salud pueden seguir viaje hasta el yacimiento, para lo cual es necesario transitar unas dos horas más de camino y pasar el punto más alto, la cuesta Melena de León, a 4.200 msnm. En este tramo el camino ya transita en el corazón de Los Andes, mientras que antes de El Candadito el paisaje es similar a la cuesta El Colorado, antes de llegar al campamento actual el entorno es totalmente cordillerano. Esto implica picos más altos, algunos de ellos nevados, valles amplios, vegas y planos inclinados más abruptos.
Ese es el entorno que define Los Azules, pero al estar a 3.200 msnm, tiene más vegetación que proyectos como Veladero o Josemaría (este último tiene 1.000 metros más de altura). Los técnicos explicaron que es una zona donde años anteriores había una gran cantidad de arrieros todos los años en época de veranadas. En las últimas tres temporadas, debido a que no hubo acuerdos con Chile, dejaron de llegar animales y eso permitió que el verde de la zona se amplíe y crezca.
Siguiendo la lógica de un campamento que permite alojar trabajadores para que armen otro campamento, en Los Azules están terminando los módulos de Embarrada, que permitirá alojar a unas 500 personas. Esta estructura permitirá iniciar la construcción del que será el campamento definitivo: una obra diseñada por el estudio McLehan, de Estados Unidos. El CEO de la empresa, Michael Meding, aseguró durante la visita que la decisión fue algo inesperado en el sector. Es que la obra que planeó el arquitecto norteamericano, que visitó la cordillera hace poco más de un año, incluye una obra civil luminosa, que se alimenta de energía solar, que tendrá espacios verdes internos y hasta analizan producción de alimentos.
Para avanzar con estos planes, los ingenieros de la empresa trabajan con instituciones locales. Por ejemplo, con la UNSJ, buscan cultivos que se puedan adaptar a la altura y que sirvan para el consumo de los trabajadores. Quieren reutilizar el agua de uso humano, recuperarla y con esta irrigar los sectores verdes planificados. Hay ingenieros pensando en técnicas y materiales de construcción que sirvan en la zona y además no generen un impacto posterior. Ya desarrollaron un tipo de paneles que utilizan materia orgánica de la zona y hasta presentaron el diseño en Planeamiento de la provincia, porque tiene que ser resistente a sismos y las condiciones naturales de la zona.
Hay otro punto que identificará al campamento: está pensado para ser estético. Con un entorno natural privilegiado como es la zona donde está Los Azules, el lugar donde residirán los trabajadores no solo sumará puntos a los objetivos verdes de la empresa, también tiene potencial turístico. Si bien el proyecto minero tiene al menos 20 años de vida si empieza a producir, las autoridades de la empresa no descartan que la infraestructura pueda luego ser utilizada con otros fines. O incluso, inspirar a otros proyectos en una de las zonas más alejadas de la cordillera sanjuanina.
- 2.000 personas podrá alojar el campamento que planea hacer la empresa en la cordillera calingastina.
- 40 años de producción es a lo que podría extenderse la vida útil de la mina de los 20 que tiene ahora asegurados.
> Michael Meding: “Aunque no lo exija el RIGI, igual conviene trabajar con sanjuaninos”
Michael Meding, vicepresidente de McEwen Copper y cabeza del proyecto Los Azules, habló con DIARIO DE CUYO sobre el impacto que tendría de aprobar el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) que debate el Senado. El empresario dijo que para que el actual potencial minero de Argentina pueda avanzar, es necesario un marco legal como este. Aseguró que destrabará las inversiones que hacen falta para poner en marcha proyectos, que podrían implicar “10.000 millones de dólares en divisas”. Si bien aclaró que entiende los miedos de algunos sectores, confió en que las mineras seguirán ocupando mano de obra local y contratando y desarrollando proveedores nacionales porque esto “les conviene”.
Para Meding, en la actualidad la economía argentina funciona “como un avión que tiene varios motores, pero solo uno funciona, que es el campo, pero la minería puede ser otra turbina”. El empresario comparó el régimen con “un cable puente, para hacer andar la batería y dar impulso, es justo lo que hace falta ahora”. Es que, según contó, conseguir fondos para la exploración fue posible, pero se dificulta convencer a inversionistas “para que nos den 2.500 millones de dólares para construir la mina, si no van a poder recuperar la inversión”.
El RIGI, explicó, podría destrabar estos fondos internacionales porque soluciona algunos de los puntos que plantean inversionistas por los que no quieren traer dinero a Argentina. Estos serían la imposibilidad de girar las ganancias al exterior, la estabilidad fiscal y la posibilidad de importar tecnología.
En cuanto a este último punto, que es lo que critican muchos de los proveedores e industriales locales, Meding aseguró que no afectará a las empresas locales. “A mí, como empresario minero, me conviene tener la mayor cantidad de sanjuaninos trabajando en mi equipo porque son los que tienen el conocimiento”, dijo. A esto sumó que mantener una cadena de proveedores es fundamental “para construir la licencia social alrededor de la minería”.