Durante años hemos hablado de una tendencia aparentemente inexorable: poco a poco, la extrema derecha europea fue ganando terreno y acercándose al poder. Las defensas de la política contra facciones extremistas que alguna vez se consideraron inaceptables fueron apareciendo poco a poco en los países europeos. El “cordón sanitario” erigido por los partidos más dominantes contra los supuestos descendientes de los movimientos fascistas europeos se había derrumbado. La extrema derecha, según los titulares, estaba en marcha.

Los resultados de las elecciones parlamentarias de la Unión Europea pueden apuntar a una llegada definitiva. En todo el continente, y especialmente en algunos de sus países más grandes, los partidos de extrema derecha obtuvieron resultados sólidos o récord. Sus logros no son un boleto al poder (una coalición de partidos europeos de centroderecha sigue siendo el grupo más grande en el Parlamento y puede colaborar con la centroizquierda dominante), pero resaltan la tendencia más profunda. La Unión Europea, aclamada durante mucho tiempo como un bastión posnacional de valores liberales, no sólo es hospitalaria para el nacionalismo antiliberal, sino posiblemente un crisol para una nueva era de política de derecha en Occidente.

>Derrota de Macron en Francia

La votación es una lectura desalentadora para incondicionales centristas como el presidente francés Emmanuel Macron y el canciller alemán Olaf Scholz. El primero vio a su partido derrotado por el de la líder de extrema derecha Marine Le Pen, un castigo tan terrible que Macron disolvió la Asamblea Nacional francesa y programó elecciones parlamentarias anticipadas. Sus dificultades resuenan al otro lado del Atlántico, con el presidente Biden librando una dura batalla contra un movimiento trumpista que se ve explícitamente en alianza con los partidos antiinmigrantes y “anti-despertar” de la extrema derecha europea.

“Hace casi una década, el terremoto del Brexit en la primavera de 2016, en el que los votantes del Reino Unido votaron a favor de abandonar la Unión Europea, fue una señal temprana de una tendencia global hacia el nacionalismo conservador”, escribió Nicholas Vinocur de Politico.

“En retrospectiva, parece claro que este movimiento fue parte de lo que impulsó a Donald Trump a ganar por sorpresa a la demócrata Hillary Rodham Clinton en las elecciones presidenciales de Estados Unidos del mismo año”.

El Parlamento no es tan poderoso como otras ramas de la Unión Europea, aunque ayuda a establecer la agenda del bloque. “No puede iniciar leyes directamente, pero puede vetarlas y darles forma y es responsable de aprobar los acuerdos del presupuesto, dándole cierta autoridad para establecer la agenda”, explicaron mis colegas.

“Los miembros del Parlamento desempeñaron un papel clave en la negociación de las históricas regulaciones de inteligencia artificial de la UE el año pasado. El Parlamento también tiene la última palabra sobre la selección del presidente de la Comisión Europea, posiblemente el cargo más poderoso de la unión”.

Se espera que la alemana Ursula von der Leyen, de centroderecha, busque un segundo mandato. Esta vez, puede intentar contar con el respaldo de algunos líderes europeos de extrema derecha, en concreto, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que ha abierto un camino desde la oscuridad marginal hacia la corriente principal europea con mayor eficacia que cualquier otro líder nacionalista de Europa occidental.

>El ascenso de Meloni, amiga de Javier Milei

Los analistas ven en el ascenso de Meloni (que tiene gran simpatía por el proyecto político del presidente argentino, Javier Milei) un modelo de cómo la extrema derecha puede llegar al poder: en Italia, la centro derecha quedó vaciada y no demostró ser una barrera para un partido que tiene sus orígenes directamente en el neofascismo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Pero también ven en su éxito una ilustración de los límites de la capacidad de movilización colectiva de la extrema derecha: Meloni se ha mantenido a distancia con supuestos compañeros de la extrema derecha como Le Pen, quien a su vez ha rechazado a los partidarios de la línea dura, sus homólogos del partido alemán AfD.

“Los diferentes partidos de extrema derecha en toda Europa tienen una posición compartida sobre identidad, inmigración y el Islam, y es también donde convergen cada vez más con la centro derecha”, me dijo Hans Kundnani, miembro visitante del Instituto Remarque de la Universidad de Nueva York.

“Existe una sensación desproporcionada de decepción en nuestras sociedades”, dijo al New York Times Thomas Bagger, secretario de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán. “Perdimos la confianza en que habíamos descubierto el largo arco de la historia y que se inclina hacia la democracia. Rusia perdió su idea del futuro y el presidente Vladimir Putin recurrió al pasado. Corremos el peligro de caer en la misma trampa”.

* No le sirvió a Pedro Sánchez confrontar con Javier Milei

El Partido Popular (PP) logró el domingo una victoria clara sobre el partido socialista, de Pedro Sánchez, en unas elecciones europeas en las que, tal como sucedió en buena parte de los países europeos, se registró un aumento del apoyo a los partidos de la extrema derecha. La formación de Alberto Núñez Feijó se impuso con cuatro puntos de ventaja al PSOE, una mejora sensible respecto a los 1.40 puntos que le sacó en las generales de hace casi un año. La participación fue del 50%.

Como ya hizo en las elecciones generales del año pasado, el principal argumento de Sánchez ante el electorado fue presentarse como el bastión del progreso frente a la extrema derecha. Pero esta vez su estrategia consistió en buscar el cuerpo a cuerpo con un líder extranjero, el presidente argentino, Javier Milei, convertido en símbolo de la ultraderecha global.

La campaña se inauguró con la acusación de Milei a la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, de ser una “corrupta”. Y concluyó en un mítin en el que Sánchez volvió a sacar a relucir a Milei, señal inequívoca de que creía que le favorecía electoralmente: “La disyuntiva es clara. O estamos con la justicia social o estamos con Milei”.

El PP obtuvo un 34% de los sufragios y 22 escaños en la Eurocámara, por un 30% y 20 escaños del PSOE. Vox se consolida como la tercera fuerza del país, al rozar el 10% de los votos y sumar seis escaños, dos más que en 2019.

 

Por Ishaan Tharoor
The Washington Post