La historia parece circular en Afganistán. Un 26 de septiembre de 1996, las fuerzas talibanes entraron en la ciudad de Kabul con el objetivo de instaurar un emirato islámico que duró más de cinco años. Cayó tras la invasión militar de la OTAN en octubre de 2001. Casi veinte años después han logrado deponer el Gobierno de Ashraf Ghani, quien se ha refugiado en otro país cercano.

Pero, ¿quienes son los Talibanes? ¿Cómo surgieron?

El Talibán es un grupo armado surgido tras la guerra contra la Unión Soviética. Los primeros documentos que acreditan la presencia de combatientes talibanes datan de la década de los 90 del siglo XX. Para esos años, Afganistán era un estado totalmente fallido y destruido por años de guerra contra la Unión Soviética y conflictos internos.

La Unión Soviética trató desde 1980 establecer un gobierno socialista que respondiera a las doctrinas lanzadas desde Moscú. Para ello, la URSS invadió militarmente el país con la certeza de poder establecer rápidamente su influencia debido a que para entonces Afganistán era una nación rural y muy pobre. Pero se equivocaron.

La guerra de Afganistán supuso una inversión histórica para la URSS que prácticamente la catapultó a la quiebra y posterior desaparición. Tras el fin de su influencia en la zona, se abrió un periodo de inestabilidad política.

Es en este contexto en el que antiguos soldados muyahidines que lucharon contra la invasión soviética establecen las bases de lo que luego serían los talibanes. Este nombre se traduce del pastún como “estudiante religioso” y sigue una doctrina islamista modernista combinada con una profunda ortodoxia en la que se condena la “anarquía” reinante en el país durante esos años, el “libertinaje” y la “influencia occidental”.

Esta doctrina es básicamente seguida por los pastunes, la etnia mayoritaria en Afganistán que tiene su presencia en el sur y centro del país.

De vuelta en el poder, los Talibanes reestablecen hoy un régimen teocrático regido bajo la máxima ortodoxia. Se imponen una serie de normas extremadamente estrictas basadas en una interpretación ortodoxa de la ley islámica.

Las mujeres pasan de estar relegadas a su rol en el hogar, ya que se les prohíbe realizar cualquier tipo de trabajo o estudiar. Durante el gobierno vigente entre 1996 y 2001, las afganas no pudieron salir de sus casas sin ser acompañadas y fueron víctimas de la más absoluta regresión de cualquier derecho fundamental.

A esto se suman las condenas que siguen estrictamente la ley islámica. El adulterio conllevaba la ejecución pública y el robo suponía la amputación, también pública, de una mano. Las restricciones a la literatura, fotografías, música, bailes y cualquier expresión de tipo artístico también predominaron durante ese período. Las ejecuciones por este tipo de “violaciones” de la ley islámica eran a menudo realizadas por los propios familiares de los acusados bajo presión. Además, Al Qaeda encontró cómodo refugio en las montañas afganas.

El “fundamentalismo” se ha apoderado de Kabul. Invoca a Dios, pero contradictoriamente, es funcional a la violencia. Dicho fundamentalismo da lugar al fanatismo ciego. Ojalá ese iceberg de perversidad se derrita pronto.

Por el Pbro. Dr. José Juan García