El 22 y 23 del corriente en jardines del Anfiteatro Buenaventura Luna del Auditorio Juan Victoria, San Juan volverá a vestirse de si misma. Una vez más el escenario cobijará voces conocidas y, luego de ese recital se viene la gran Peña en los jardines del Norte, entre muestras artesanales y tradicionales locales de comida regional. Pero, ¿qué es en esencia La Cuyanía?
Ante la tentación del chiquilín por tomarla, la paloma de nácar levantó corto vuelo y continuó picoteando las migas que le tira un jubilado. Una brisa otoñal se llevaba a leves empujones una hoja. El domingo se adormece en los columpios de un tarde apacible. El fotógrafo eternizaba en su vieja cámara la sonrisa de una parejita del interior. Esto somos, esto es Cuyanía.
Plaza “Veinticinco: La tentación de concederle el corazón de San Juan, es inevitable. Algunas noches, por allí, Dipus, un solitario tierno que acunó esta ciudad, lloró a mares como era su vocación fácil, cuando el alcohol lo volvía a dejar en llanta. Por esas baldosas grises Carlitos cruzó la vida propia y ajena después de subirse a mil colectivos de sueños simples.
Todo eso y mucho más somos, por eso ese fuego de amores que es La Cuyanía, festejo privilegiado ante el corazón sanjuanino, que una vez más nos convoca.
Las palomas se siguen trepando a los sueños de Sarmiento con un desparpajo que aún nadie ha podido torcer
La silueta cristalina de aquel hermoso cine Cervantes donde mi padre contaba que vio a Gardel; la polvareda de la antigua catedral desmoronada y los edificios públicos que derogara el terremoto, persisten en un contorno azulino que sostiene la memoria popular, sitio inderogable bajo la herida de la vieja ciudad derruida. Todo eso somos.
Como fantasmas desencontrados deambulan los estrépitos de carnavales de fuego, que el agua a mares aún no puede apagar; y las pequeñas crónicas de gente humilde que escaló el ensueño de las murgas y comparsas, para sentirse alguien. Y el banco repintado donde una tarde morada resiste disfrazada de novia y estudiantina, para -con este vestido fácil- entrar a la vida más dura y tensa, quizá hasta cumplir una parábola.
Todo eso y tanto más es nuestra Cuyanía: los boliches del campo donde se entra empujando una tela de hule precursora del viento; la ardiente serenata que encontró el penúltimo balconcito en una callecita casi abandonada de Villa del Carril; la juntada de los amigos para regalarse tonadas casi inéditas y casi morir de sueños; el reservorio de nuestras vivencias, el amor por San Juan bajo el soporte de su música que no se parece a ninguna otra de este enorme país
Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete.