Históricamente, en Argentina, la incidencia presupuestaria en Obras Públicas, en promedio, no fue inferior al 3 %. El 2016 es un ejemplo de la importancia que le dio el Gobierno del presidente Macri a la obra pública en su primer año de gestión, con una incidencia de más del 10 %, pero claro, aclarando que eso fue a costa de un gran endeudamiento internacional.

Otro ejemplo en el piso opuesto de inversiones se dio en el 2020, pero claro, fue en plena pandemia. Igualmente, se debe aclarar que, inclusive ese porcentaje no fue exclusivo para obras públicas, sino que debe tenerse presente en ese momento seguía vigente la estructura que dejó Macri, esto es “Ministerio del Interior, Obras Públicas y Viviendas”.

Por eso, este 1,22 % del Presupuesto 2025 presentado por el Gobierno De Milei para obras públicas, en lo más próximo se asemeja a lo invertido por Alberto Fernández en el momento más crítico de la pandemia. Pero a diferencia de ese 2020, con una “Industria de la construcción” paralizada por un tema sanitario, ahora la decisión política es “desechar la obra pública”.

Ahora, en relación con la cifra calculada de inversión prevista, 1.248 (un mil doscientos cuarenta y ocho) millones de U$S, un monto que para algunos puede ser inimaginable y hasta pensar que es excesiva, en realidad, si tomamos conciencia de la magnitud del País, y del déficit de infraestructura que venimos teniendo, esa cifra, en el marco del Presupuesto 2025 presentado, es insignificante.

Déficit en infraestructura
Con respecto a lo expresado en el anterior párrafo, y para que se tenga una somera idea cuantificada de la situación, se puede mencionar que, sólo en relación con los servicios de agua potable, cloacas, caminos y servicios ferroviarios, a partir de un profundo análisis, el déficit de infraestructura a nivel nacional presenta un piso mínimo de inversiones requeribles del orden de los 55.000 millones de U$S. Con ello, y si se mantuviese este tipo de inversión a cuenta gotas, se requerirían no menos de 44 años para ponernos al día con la infraestructura necesaria. Pero esto sería como una verdadera “bola de nieve” de déficit de infraestructura, ya que la existente se seguirá deteriorando y, la población se seguirá incrementando, y con ello, habrá una mayor demanda.

Para ejemplificar de un modo más dramático, pero real, la situación de esta gestión gubernamental, si tenemos en cuenta que ya pasó un año de la gestión de este gobierno, donde literalmente primó la “Obra pública Cero” y, si se tiene presente lo previsto para este 2025 en obras, un 1,22 %, es dable expresar que, en dos años de Gobierno, es decir entre este 2024 que culmina y todo el 2025, la inversión promedio en infraestructura es aún más alarmante: un 0,66 % de un presupuesto equivalente 2025.

Es de esperar que este Gobierno nacional tenga presente que, en sus cuatro años de gestión la población se incrementará en alrededor de 3.500.000 de personas, y que este incremento poblacional requerirá de más servicios, y que de no tenerlos aumentará la crisis de infraestructura.
Poniendo blanco sob

re negro, la falta de infraestructura adecuada se traduce, indefectiblemente en muertes, sea por accidentes por rutas no conservadas, sea por contaminación por falta de agua potable y cloacas, y así se podría seguir con las consecuencias de afectación por otros servicios que se verán menguados por un presupuesto insuficiente.

Por Claudio M. Velazco
Ingeniero Hidráulico y Civil