Muñecas, “cocinitas” y maquillaje para ellas. Autos, pelotas y herramientas para ellos. Rosa y colores pasteles para las nenas. Azul y tonos fuertes para los nenes. Los estereotipos comienzan antes de nacer, cuando las madres y los padres al saber el sexo del bebé que viene en camino, no sólo piensan en cómo se llamará su futuro bebé, sino que también eligen el color de su habitación, de su ropa y qué juguetes comprar. Desde ese momento ya se comienza a catalogar el mundo de ese bebé por nacer en función de lo estereotipado.
Cuando entramos a una juguetería, por lo general, encontramos por un lado belleza, dulzura y cocina pensado para las niñas. Para los varones, en cambio, los juguetes tienen que ver con la acción, la construcción y los medios de transporte. En esta diferenciación se impone un modelo: que las nenas deben ser tranquilas, suaves y bellas, mientras que los nenes tendrán que mostrarse fuertes y competitivos.
Tanto la industria, como las familias, solemos rotular los juegos y juguetes sin darnos cuenta que muchas veces limitamos así la capacidad creativa de la infancia, influenciando de esta manera sus elecciones presentes y futuras. ¿Cuándo se convino que el juego, en lugar de ser una expresión de libertad, era algo manipulado por los grandes? Los juegos y juguetes son para divertirse, crecer, ser, conocer y conocerse. El juego en la niñez es, entre otras cosas, su manera de expresarse y de ensayar la vida. En los juegos, los niños y niñas “se juegan la vida”, aprenden a encontrarse, a relacionarse, diferenciarse y resolver conflictos. Jugar, los prepara para la vida, es una función vital, creativa e inherente al ser humano.
Permitamos que los niños y niñas, puedan elegir cómo y con qué jugar. Permitamos que decidan libremente según sus deseos y necesidades en cada momento. La tarea de los adultos es acompañar y contener, dando rienda suelta a la imaginación, sin fomentar estereotipos que venimos arrastrando hace tiempo y que sólo limitan el desarrollo y las capacidades de los más pequeños. Lo importante es jugar por el placer de jugar, sin tabúes, sin preconceptos, ni prejuicios impuestos por nosotros. Que cada uno pueda elegir su propia aventura y crear su universo.
Como psicopedagoga sostengo que es fundamental que cada juego estimule diferentes habilidades que prepare a las infancias para situaciones del futuro. Independientemente de cada identidad sexual, es importante que niños y niñas puedan acceder a la amplia variedad de juegos, sin que estén abrochados a estereotipos, que les permitan aprender jugando. Hay que entender que todas las personas podemos hacer múltiples tareas, según nuestros gustos y destrezas. El mundo ha cambiado, pero… ¿los juegos y juguetes que le proponemos a nuestros hijos, han cambiado? Si bien los roles de género son cada vez más flexibles, todavía hay mucho camino por recorrer.