Las sesiones extraordinarias convocadas por el Ejecutivo Nacional pusieron en consideración el proyecto que aspira a regular la posibilidad de que nuestra legislación contenga la mecánica de un juicio en ausencia.
Los diputados avanzaron en su mayoría en sentido positivo en la aprobación de esta iniciativa que aspira a evitar que queden impunes los responsables de delitos de extrema gravedad, no es una normativa aplicable a la mayoría de las causas sino de carácter restrictivo antes delitos de envergadura singular donde se aspira a evitar que las personas imputadas esquiven la justicia de nuestro país, llevando a que los pronunciamientos judiciales devengan en abstractos.
Esta herramienta que muchos juristas entienden necesaria se aplica en situaciones de excepción, en casos de delitos graves, tales como los que contempla el Estatuto de Roma y en tratados internacionales, generándose una limitada y cuidada aplicación dando garantías en su alcance.
En un artículo escrito recientemente por Luis Czyzewsky, este nos recordaba que, sin la creación de esta figura, estaríamos en la recorrida sin salida donde los imputados iraníes por el ataque terrorista a la sede de la AMIA que nunca se presentan ante la justicia argentina, nunca van a ser juzgados y el reclamo se va a transformar en una rutina repetitiva sin ningún resultado concreto. El nos recordó que desde el año 2014 los familiares de víctimas del terrible atentado a la AMIA vieron proyectos en este sentido que nunca tomaron estado parlamentario.
Esta herramienta que muchos juristas entienden necesaria se aplica en situaciones de excepción, en casos de delitos graves, dando garantías en su alcance.
A nosotros los sanjuaninos, la figura de Luis nos trae la imagen de Paola, su hija, que en vacaciones de invierno de la facultad, acompaño a sus padres al trabajo y pidió un café en un bar de la zona. Allí estuvo trabajando Jorgito Antunez el joven sanjuanino que murió ese 18 de Julio de 1994 en la puerta de la AMIA, llevando ese café cuando la explosión asesina terminó con su vida.
En algunos encuentros en escuelas y universidades donde se le preguntaba a Gustavo Antunez, el tío de Jorge, que da testimonio de lo vivido hace 30 años como si fuera ayer y nos refiere como se convive con ello año tras año, la pregunta que aparece con frecuencia de los alumnos es sobre la necesidad de justicia y que piensa sobre ello. Siempre es respondida con una mezcla de esperanza y algo de resignación.
Ojalá que este camino que se inicia lleve justicia, pero no solo para los familiares de quienes perdieron su vida en el atentado de 1994, sino que sirva para que todos tengamos un instrumento que de un mensaje a quienes hacen del terror un camino, un mensaje que en nuestro país no se logra impunidad no compareciendo ante nuestros tribunales.
Puede que muchos sentimos en primera instancia que este proyecto de ley tiene su esencia en la justicia en casos como el atentado contra AMIA-DAIA en 1994, pero su fuerza no radica solo en lo que pasó, sino como mensaje a futuro dando herramientas a nuestra competencia jurisdiccional de juzgar y aplicar justicia en estos casos singulares que ojalá en nuestro país no se repitan.
Si estas normas tienen una acción disuasiva, bienvenido sea. Naciones como Italia, España, Alemania y Francia, poseen normativas como esta, de hecho, Francia la aplicó para juzgar y condenar a Alfredo Astiz por el asesinato de las monjas francesas Domon y Duquet en la década del setenta del siglo pasado.
La modificación en códigos procesales y en normativas no asegura justicia, en otro momento podemos pensar si la justicia extemporánea es justicia, pero es el sentir de muchos sobre la necesidad de esta normativa para que tengamos una sociedad mejor y más justa.
Leonardo Siere
Sociedad Israelita de San Juan