En noviembre, los intermediarios que participaron en la comercialización de productos frutihortícolas ganaron 3,6 veces más que los productores que durante todo el año arriesgan capital y aportan trabajo y gran esfuerzo para mantener chacras y quintas en buenas condiciones, como también para lograr buenos productos que tengan aceptación tanto en el mercado local como el nacional y los mercados internacionales.
No se trata de un problema nuevo, ya que desde siempre la existencia de intermediarios en la comercialización de agroalimentos ha servido para que el productor vea menguada sus ganancias, al no tener en sus manos la posibilidad de ajustar los precios conforme a los auténticos costos que tiene para él, sin que incidan negativamente en las posibilidades del consumidor final de comprar esos cultivos.
CAME, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, fue la que determinó mediante un análisis del comportamiento del mercado agrícola que durante el mes pasado, los precios de los agroalimentos se multiplicaron por 3,6 veces desde su origen, en las chacras o las quintas, hasta su destino que se encuentra en las góndolas de las verdulerías o de los supermercados. En términos más simples, según CAME por cada peso que recibió el productor por alguno de sus cultivos, el consumidor final pagó 3,6 veces más por la acción de dos o tres intermediarios que forman parte de la cadena de comercialización, una estructura formadora de precios que se viene pidiendo desde hace tiempo que se reduzca para que los valores se acerquen un poco más a sus costos reales en beneficio de los consumidores.
Precios en origen y destino
Todo este cálculo lo hace CAME mediante el Indicador de Precios en Origen y Destino (IPOD), que utiliza para determinar la brecha que se establece entre el precio de comercialización minorista y el precio de origen que tienen los cultivos apenas son cosechados e inician su proceso de comercialización.
Por diversos motivos esa brecha entre productor y precio de góndola es diferente para cada producto.
En nuestra provincia hay productos con mayores o menores brechas que se establecen por diversas circunstancias, desde el hecho de ser productos de temporadas, haber tenido un ciclo de desarrollo agrícola más favorable que otros, por ejemplo por abundancia o escasez de agua, o por contingencias climáticas que en ocasiones suelen afectar a determinados productos que se ven afectados, por ejemplo por lluvias o granizo. Según el informe de CAME, entre los productos locales con mayor brecha, es decir las veces que se multiplica el precio del producto al consumidor, está la cebolla, en todas sus variedades, con un 7,7%; la lechuga, un 6,1% y las zanahorias un 6,1%. La manzana que se produce en la zona cordillerana de Iglesia y Calingasta, la brecha alcanza el 7,1%, mientras que hay otros productos más estacionales como el tomate en fresco, los espárragos o los melones que en determinados momentos de la temporada también alcanzan una brecha considerable. Entre las frutas está la ciruela y el damasco que por momentos tienen una brecha que hacen que el precio de producción esté muy lejos del de comercialización.
Entre los productos con menor brecha hay productos como el zapallo con un 3,1%; los huevos de granja con un 2 % y el pollo que alcanza el 1,8%, siendo una de las diferencias más acotadas que se ha llegado a establecer en noviembre. Los ajos, pimientos y cucurbitáceas (calabazas y pepinos), también están entre los productos en los que hay menos diferencia entre el costo de producción y el precio final de venta al público.
Aportar valor agregado
La salida que se puede encontrar a este problema de distorsión, que se establece entre lo que cuesta producir y el precio final de venta de los productos frutihortícolas es generando cadenas de comercialización que no contemple a tantos intermediarios. Desde el área oficial se ha estado intentando generar esta conciencia mediante las ferias frutihortícolas que periódicamente se realizan ya sea en el Parque de Mayo, los días sábados, o en distintas plazas de los departamentos como la de Colonia Rodas, en Rawson, una de las más importantes por la cantidad de productores y público en general que se dan cita los fines de semana, como para citar un ejemplo.
Otra alternativa es la de evitar la venta a granel de los productos y someterlos a una etapa de industrialización o empaque que le otorguen valor agregado, garantizando una llegada más directa de los centros de producción y empaque al consumidor final.
Por Alfredo Correa
DIARIO DE CUYO