En artículos anteriores señalamos que el desarrollo integral de los hijos es el anhelo más grande que se proponen los padres como primeros y principales educadores. Las instituciones educativas tienen como objetivo sumarse a esta tarea y educar en sintonía con la familia. La educación de la sexualidad va más allá de la transmisión de saberes; consiste en enseñar a amar, en formar para la vida y dar herramientas necesarias para vivir en plenitud. Brinda herramientas para el desarrollo integral de la personalidad; incluye el desarrollo de valores y la prevención de adicciones y el acoso escolar, entre otros.
Esta educación forma parte de la formación de la persona, que es una unidad de cuerpo, mente y espíritu. Por ello, se trabaja sobre el conocimiento del cuerpo y los cambios que en él se generan y se incluye la formación en valores, sentimientos y actitudes tendientes a lograr el cuidado de uno mismo, el respeto por el otro y el compromiso con la vida, teniendo en cuenta las edades e intereses de los niños

¿Qué pautas hay que tener en cuenta para brindar esta educación de la afectividad y la sexualidad?

1.- Hablar de sexualidad de manera positiva, optimista y enriquecedora. El sexo no es malo, por el contrario, es instrumento para la complementariedad, el amor y la procreación. Por lo tanto, hay explicar la belleza de la sexualidad, el amor y la vida.

2.- Empezar pronto a hablar de sexualidad. Desde los tres años lo niños comienzan a hacer preguntas sobre estos temas, no por maldad, sino por curiosidad natural. Hay que averiguar por qué preguntan y en base a esto responder. Es mejor hablar una hora antes que cinco minutos tarde.

3.- Hablar de sexualidad en forma integrada. Aunque hagan preguntas sencillas, es necesario contestar de manera de integrar sexo, amor y vida. Hablar del “como” (genitalidad), pero también del “por qué” (complementariedad, amor) y del “para qué” (procreación) de la sexualidad.

4.- Ser cercano, accesible y escuchar a sus hijos. En el proceso educativo es esencial el diálogo y la confianza. Es necesario dedicarles tiempo a los hijos para hablar con ellos. Los hijos deben saber que pueden hablar con sus padres de cualquier tema y que pueden hablar cuando algo les preocupe.

5.- Aprovechar las oportunidades. Un almuerzo, un paseo, un programa de televisión compartido, etc. son momentos frecuentes para el diálogo.

6.- Prepararse para saber orientar a los hijos. Los padres deben informarse convenientemente sobre los distintos tópicos de la sexualidad y la afectividad para ser capaces de dar respuestas acertadas a las inquietudes de sus hijos.

7.- Educar para una afectividad plena y una sexualidad madura. La concepción personalista del hombre, es decir, como un ser bio-psico-espiritual y social, excede ampliamente la noción que identifica la educación sexual con la mera genitalidad o con las relaciones sexuales. Una verdadera educación abarca no sólo los aspectos biológicos, sino también los psicológicos, afectivos, sociales y morales de la sexualidad.

8.- Amar mucho a los hijos. Recuerde la importancia de sus hijos en su vida. Ellos son su mayor tesoro. Todo el esfuerzo que haga para que ellos crezcan amados, sanos y felices, vale la pena. Se lo agradecerán toda la vida.

 

Por Ricardo Sánchez Recio
Orientador Familiar. Lic. en Bioquímica. Profesor.