Tendría que haber empezado antes… Ya no estoy a tiempo… Ya estoy grande para eso… ¿Qué te da curiosidad? ¿Qué es lo nuevo qué te está llamando? ¿Te gustaría estudiar algo? ¿Tenés algún proyecto pendiente por emprender?
A medida que crecemos, nuestra identidad va mutando y buscando nuevos desafíos que generan nuevas versiones de nosotros mismos. A veces creemos que nuestros procesos no pueden avanzar más, y es aquí donde hay que abrir camino para ver las opciones. Es importante poder habilitarnos a vivir experiencias que sean fieles a los intereses de la etapa que nos encontremos atravesando.
Conectar con el propio tiempo, sacudirnos la presión de que esto o aquello se hace en determinado momento, derribar las creencias limitantes de que, si no estudiaste a tal edad o en tal período, estás fuera del sistema. Compararnos es una actitud inherente a nuestra condición de ser humanos, pero es importante intentar sacarse de encima ese peso tan grande que le ponemos a la mirada externa. No atarse a las convenciones ya prestablecidas, escucharnos y poder encontrarnos con personas que están viviendo situaciones similares, ayuda muchísimo.
La vida está compuesta de procesos que se renuevan. El fin de un ciclo representa una oportunidad para iniciar uno nuevo, la decisión que se toma en un momento, no necesariamente tiene que ser coherente con las posibilidades y las necesidades actuales. Porque las elecciones que vamos tomando, son fruto de las circunstancias y del contexto. Pareciera que hay una sola chance y no es así. Es necesario poner en duda lo establecido, lo que ya se venía haciendo casi en automático, desacomodar, para darle un giro a lo que ya estábamos acostumbrados. A veces es probar algo distinto para volver a elegir lo que estamos haciendo, otras veces, implica cambiar de rubro, de rumbo, de empresa, reinventarse en la misma profesión o hasta empezar a estudiar una carrera de cero. Sea lo que sea, aún estás a tiempo. Hay que abrirse al horizonte de nuevas posibilidades, animarse y desafiarse. Salir de la comodidad. No quedarse con las ganas de hacer algo, solo porque creemos que no nos va a salir, qué no somos capaces, o que no nos va a gustar. A medida que vamos probando, vamos sabiendo.
Establecer que ‘se está tarde’ es una posición que implica estar perdiéndose de un sin fin de oportunidades. La vida es una y se puede tener muchas vidas en una, solo hay que darse permiso para volver a empezar. Pensar que nunca es tarde, es un modo de ver la vida, es saber que con motivación y paciencia siempre se está a tiempo de aprender. Como escribió Antoine de Saint-Exupéry, el célebre autor de El Principito: ‘El tiempo para la acción es ahora. Nunca es demasiado tarde para hacer algo’.
Por Tita Santander
Lic. y Prof. Psicopedagogía
Colaboradora
DIARIO DE CUYO