Aquellos cándidos juegos infantiles que solían divertir a nuestros mayores, poco a poco fueron quedando en el olvido, quedando de ellos sólo un vago recuerdo henchido de añoranzas. La mayoría de estos pasatiempos fueron reemplazados por otras diversiones, no tan simples e ingenuas, caracterizadas por la fría tecnología aportada por el mundo de la computación y la electrónica. Esos inocentes esparcimientos de antaño estaban imbuidos de cierto encanto, algo que no brindan los pasatiempos infantiles actuales. También poseían la gracia de la simpleza y de no requerir solvencia económica alguna para practicarlos. Un juego infantil que recuerdo haber advertido en mi infancia es la popular “pallana”, un pasatiempo habitual, que solía congregar a los niños del barrio. Solo se requería proveerse de pequeñas piedrecillas, habitualmente cinco o seis, y lanzarlas hacia arriba, utilizando ambas manos, tratando luego de recogerlas al vuelo, sin que ninguna caiga, quedando en cada volada una piedra en la mano. Este habilidoso juego provocaba en los niños y no tan niños, ansias y sonrisas cada vez que se desarrollaba un partido.
Otro juego infantil era el del “anillito”, aquel que consistía en colocar discretamente un anillo en alguna de las manos de los participantes, concluyendo con un gracioso “pago de prendas”, que solía provocar sonrojos o sonrisas en los rostros de los niños.
De otra índole había un conjunto de juegos, que requerían no sólo de picardía, sino de un buen estado físico y de un amplio patio o baldío para correr precipitadamente. Uno de ellos fue el popular “juego de la mancha”, en él que se perseguía hasta el cansancio al ocasional contrincante, tratando de tocarlo con alguna de las manos, si era posible de la cintura hacia arriba.
El juego de “la gallo ciego”, también fue un esparcimiento corriente en aquellos tiempos. Los niños formaban un gran circulo, ubicándose en el centro uno de ellos -el que haría de gallo ciego- al cual se le vendaban los ojos, haciendo lo posible por reconocer a algunos de sus compañeros de juego.
Largo sería de reseñar los juegos restantes, pero no podemos dejar de mencionar la Rayuela, el Trompo, el Yoyo, la Bolitas, y el juego de la goma elástica o el de saltar la cuerda.También está el juego de la silla, la carretilla, carrera de sacos o de “embolsados”, el aro, los aviones de papel, el trencito y ponerle la cola al burro.
Todos ellos no sólo divertían a los participantes, también los colmaban de magia, acentuaban la amistad y brindaban satisfacción plena.
Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia