Por Fabricio Pons
Durante siglos la Iglesia Católica ha dedicado todo el mes de mayo para honrar a la Madre de Dios. Pero ¿cómo surge esta costumbre? Esta tradición nació en la Antigua Grecia. En el pasado el mes de mayo era dedicado a Artemisa, diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía en la Antigua Roma, mayo era ofrecido a Flora, diosa de la vegetación. Sin embargo, ya en la época medieval, antes del siglo XII, comenzó la práctica del “triscesimum” o la devoción de los 30 días a María. Estas celebraciones se realizaban del 15 de agosto al 14 de septiembre y todavía puede observarse en algunas zonas de Europa.
Fue en el tiempo barroco, en el siglo XVII, donde se establece un mes dedicado específicamente a María. Si bien no siempre se llevó a cabo en mayo el mes para la Virgen, incluía 30 ejercicios espirituales y devociones en honor a la Madre de Dios. Fue en esta época que el mes de mayo y de María se combinaron haciendo que esta celebración cuente con devociones especiales organizadas cada día durante todo el mes. Esta costumbre se extendió durante todo el siglo XIX y la practicamos hasta hoy.
> Lugar de María
Es preciso recordar que a María se le debe dar un lugar especial no porque sea una tradición de larga data en la Iglesia o por las gracias especiales que se pueden obtener, sino porque María es nuestra madre quien siempre vela por nosotros.
Dentro de la Historia de la Salvación María tiene un puesto especial por haber sido elegida para ser Madre de Jesús el Hijo de Dios, por debajo de la adoración al Dios trinitario y por encima de la devoción a los santos. De modo que es legítimo dejarse ayudar por ella para que gestione bendiciones ante su hijo Jesús.
La teología enseña que los méritos de María se deben por transmisión de su hijo Jesús, ella es la “llena de gracia” (Lc 1,18) potenciada por Dios para llevar a cabo la misión de ser Madre de Jesús. Si Jesús es Dios María es la Madre de Dios. Si queremos ver algo de María en los evangelios canónicos podemos mirar los relatos de la infancia narrados en Lucas y Mateo donde vemos su protagonismo maternal y contemplativo donde María es obediente a la voluntad salvífica de Dios para disponer su vida como actora protagónica en el plan de Dios.
Este 2 de mayo el papa Francisco posteó diciendo: “durante este mes de mayo, encomendemos a la Virgen María nuestras vicisitudes personales y familiares, así como los sufrimientos de cuantos son víctimas de las guerras. Oremos juntos por la Iglesia, por las naciones, por la paz en Ucrania y en Oriente Medio”.
El amor a María se cultiva de manera sencilla: rezando el Rosario, consagrándonos con oraciones que broten del corazón, visitando unos minutos a Jesús en alguna iglesia que este bajo el patronazgo de María, participando en alguna gruta de una procesión, visitando un santuario y todas aquellas cosas que estén a nuestra alcance. En este mes de mayo el amor a María debería ser especial.
Por el Presbítero Fabricio Pons