Hace unos días hemos recordado el Día del Veterano y los Caídos de la Guerra de Malvinas, uno de los acontecimientos más discutidos de nuestra historia. A lo largo de los años hemos leído y escuchado distintas fuentes. Pero algunas cosas quedan claras, al menos en mi mente, en base a tantos antecedentes. Nuestros veternos de guerra no fueron reconocidos ni mucho menos recompensados en el momento oportuno. Tengo bien claro que a fines de los noventa, en el mes de diciembre, vísperas de Navidad, una sesión de legisladores de una cámara que no quiero nombrar, se aumentaron las dietas y rechazaron el beneficio de los excombatientes.

La operación de las Fuerzas Armadas Argentinas era totalmente secreta. Los soldados no sabían nada. Creían que iban a realizar prácticas militares. Fueron sorprendidos con un mensaje por los altoparlantes del buque de transporte de tropas San Antonio: “a partir de este momento entramos en guerra con el Reino Unido”.

El contexto 

La idea era tomar Puerto Argentino y luego no resistir a las fuerzas británicas, ya que el derecho internacional exigía a la Argentina, al cabo de un número de años, intentar la recuperación a los efectos de no perder la soberanía.

El Ejército Argentino se venía fortaleciendo en los últimos años por los conflictos con Chile. El gobierno militar argentino atravesaba una gran crisis interna.

Argentina especulaba con la distancia de las fuerzas británicas y contaban teóricamente con el apoyo norteamericano que era exigido por el TIAR. Este es un tratado que garantiza a los países americanos, el apoyo de Estados Unidos, bajo ciertas condiciones que se cumplían perfectamente en este conflicto.

Los soldados argentinos tenían problemas de aprovisionamiento, ya que Argentina sólo podía llegar a las islas por aire y no por mar, debido al bloqueo impuesto por Gran Bretaña.

Versión inglesa

Según la versión inglesa, la Armada Argentina intentó abrir una brecha con dos destructores que escoltaban el Belgrano, poniendo en serio riesgo la victoria británica.

El Submarino nuclear “Conqueror”, de la Royal Navy los avistó y lo comunicó a la primera ministra inglesa, Margartet Tacher.

Se reunieron en la residencia de verano del primer ministro para decidir qué harían con los destructores. Tacher, en su autobiografía dijo: “no seré yo quién pierda las islas”.

El secretario de estado norteamericano Alexander Haig trató de disuadirla, “diciendo que eran solo unas islas”, para no violar el TIAR y ella respondió: ¿Por qué no hicieron ustedes eso en Pearl Harbor?

Era una mujer dura, criada en una familia de comerciantes trabajadores. No provenía de la nobleza británica. No fue querida ni por su propia familia según sus escritos.

Mientras en su edificio ubicado en Downing Street trabajaban 70 personas, en la Casa Blanca trabajaban 400. La caracterizaba una gran autoexigencia que transmitía a su entorno.

La estrategia fue atacar al Belgrano, para que los destructores escoltas no abrieran la brecha en la costa y fueran a rescatar a las víctimas del naufragio.

Finalmente ordenó al gabinete: “hundan al Belgrano”. Ella expresa que fue la peor decisión y el peor día de su vida. Solo sabe Dios lo que realmente pensaba en su interior.

Las acciones 

Los prisioneros de guerra argentinos fueron bien tratados. Los aviadores argentinos, arriesgándose al máximo, son un orgullo para nosotros. La infantería resistió en el aeropuerto sin víveres y en condiciones inhumanas, porque los aviones podían ingresar con muy pocos pertrechos desde el continente.

Conclusión: el gobierno argentino y la cúpula de su ejército, en mi opinión, se lanzaron a una aventura que significó un alto costo en vidas para los argentinos.

No metamos toda la fuerza militar argentina en la misma bolsa. Hubo dignos líderes en el campo de batalla.

Las Malvinas son argentinas y estamos orgullosos de nuestros ex combatientes, quienes no debieron pasar zozobras económicas después del conflicto. El poder en el mundo lo tienen las superpotencias con mayor inversión y tecnología en armas. En eso descansa también el poder de sus monedas.

En la actualidad, en mi opinión, Ucrania es un ejemplo de lo que no hay que hacer. Hoy es poco frecuente que aparezca un David venciendo a Goliat.

A la República Argentina le pasó lo mismo. Según la Doctrina Social de la Iglesia, uno de los requisitos de la guerra justa es que se reúnan las “condiciones serias de éxito”, a favor del país injustamente agredido. Pero hoy la tecnología de los más fuertes hace casi imposible esta condición. A pesar de todo, ¡Viva la Patria!