Distintos autores han tratado el papel que representaban la superstición, las artes diabólicas los agüeros, hechicerías y procedimientos curatorios en la España de los siglos XVI y XVII, XVIII. Pero fue en el XIX, cuando se comenzó a ver el fenómeno en nuestro país tras el primer grito de Libertad en 1810, e incluso en San Juan.

Ludwig Pfandl en “Introducción al Siglo de Oro”, por ejemplo, trata de explicar el origen y fundamentos de este fenómeno histórico. Para ello, dice que “es necesario recurrir al Catolicismo, es decir, al profundo sentimiento de la fe en España, y al realismo, aquel hondo y fuerte sentido de la vida (…)”. Reconoce también este autor que la religiosidad española y el realismo popular, sirvieron “de muro de contención contra los abusos y el incremento continuado en los demás países de las supersticiones” y otras manifestaciones. A su vez, el curanderismo se extendía por todo el Virreinato del Río de la Plata, según Mariluz Urquijo en su libro “El Virreinato del Río de la Plata en la época del marqués de Avilés (1799-1801)”, y frente a ello, las autoridades de Buenos Aires “reglamentaron la actividad médica y toleraron a veces a los empíricos por defecto de médicos diplomados, y persiguieron el curanderismo”. Así, el ejercicio de la medicina “estaba en manos de un escaso número de hombres de ciencia”.

La labor mencionada del Dr. Aman Rawson, al que le siguieron otros profesionales, defendiendo la medicina académica en San Juan es considerada para entonces muy valiosa e inédita para la época.

> Supersticiones y prácticas falsas
En ese marco, San Juan no fue la excepción y aquí el cura José Castro abordó en sus escritos esos temas, sosteniendo que “existían entre la gente del pueblo sanjuanino supersticiones y prácticas ridículas y falsas; los duendes, brujas y aparecidos, hicieron boga de la época colonial”.

Castro “las destruyó dando la explicación científica que a veces tienen esos fenómenos”. En la misma línea, una visión más dura, sensiblemente cruda, aparece en “¿A dónde vamos?”, libro publicado en 1934. El autor, citado al final, analiza cómo el progreso en todo el país se vio afectado “por la ignorancia, la pobreza de espíritu, la intransigencia, la belicosidad y las supersticiones católicas coloniales, es decir españolas”, concluyendo que el atraso de entonces dependió “de la supervivencia de tales indigencias morales, atizadas a más y mejor por las congregaciones religiosas rabiosamente españolas en su espíritu y tendencias”.

Y se detiene concretamente en la provincia de San Juan para decir: “Cuando el doctor Amán Rawson (padre del Dr. Guillermo Rawson), médico norteamericano, vino a San Juan en 1818, el pueblo, habituado a los curanderos, velas a las imágenes milagrosas y misas a las ánimas benditas, no quería pagar el auxilio de la ciencia moderna que consideraba inútil para los enfermos”.

> La tarea de Amán Rawson
Rawson, notable estudioso de la medicina y la naturaleza, “poniendo una botica y recetando gratis, creó en el pueblo el hábito moderno de servirse de la ciencia humana para las enfermedades humanas”.

En el campo de la observación internacional, Pere Sánchez Ferré analiza en una publicación también citada al final, “que si bien el siglo XVIII fue el de la revolución científica, comenzó a reconocerse a aquellos que aplicaban el racionalismo materialista a todas las cosas y realidades, como primer paso para exiliar a Dios del mundo y colocar al hombre en su lugar”.

Sostiene también que por medio de la razón y la técnica, querían desencantar el mundo “(…) pero España no se dejaba desencantar, a pesar de que también llegó la novedad, el eco tímido de la nueva ciencia y el recién estrenado gusto por lo nuevo”.

> Lucha contra el curanderismo
Volviendo a San Juan, en la lucha contra el curanderismo no se han encontrado en esta investigación más datos que prueben que en San Juan se aplicaron con el tiempo normas similares a las usadas en Buenos Aires. Es decir las del bando del 14 de noviembre de 1777, donde el primer titular del Virreinato del Río de la Plata, Pedro de Cevallos, dispuso “que todos los que se dicen médicos, cirujanos y boticarios de esta ciudad, presenten los títulos de grados, certificaciones de práctica y licencias del Tribunal del Protomedicato que deben tener, compareciendo para ello ante el cirujano y boticario mayor del exército”.

La labor mencionada del Dr. Aman Rawson, al que le siguieron otros profesionales, defendiendo la medicina académica en San Juan es considerada para entonces muy valiosa e inédita para la época.

Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista, autor del libro “Así era San Juan cuando nació la Patria” (Cícero Ed. San Juan, 2010). Fuentes: “Historia Social y Cultural del Río de la Plata, 1536-1810”, Guillermo Furlong, Bs. As. 1969; “Introducción al Siglo de Oro”, Ludwing Pfandl, Madrid, 1994; “El Virreinato del Río de la Plata en la época del Marques de Avilés (1799-1801)”, Mariluz Urquijo, José M., Bs.As. 1964; “Recuerdos Históricos. Dr. Don José Castro Hurtado”, Octavio Gil, en “San Juan”, de Odín Gómez Lucero, 1936; “¿A dónde vamos?”, Agustín Álvarez, Bs As, 1934; “Astrología y alquimia en la obra de Quevedo”, Pere Sánchez Ferré, en “La Puerta. Retorno a las fuentes tradicionales”, Barcelona, 1990.