El filósofo que nos ocupa nació en Viena en 1902. En diciembre de 1936 Karl Popper, fallecido en septiembre de 1994, abandonó Viena, y optó por el exilio, llegando a Nueva Zelanda. Allí donde enseñó hasta 1945 en la Universidad de Canterbury. Desde ese lejano punto de observación, su análisis del totalitarismo tomó forma en un libro fundamental para el pensamiento del siglo XX, La sociedad abierta y sus enemigos (1945).
Una vez terminada la guerra, Popper aceptó una cátedra que le ofreció Friedrich von Hayek en la Escuela de Economía de Londres, luego se convirtió en ciudadano británico y fue nombrado Sir en 1965. El primer volumen de la Sociedad Abierta, Platón totalitario (el segundo es titulado Hegel y Marx Los falsos profetas), demuestra cómo Popper se acercó al filósofo ateniense para contrarrestar las teorías que, de diferentes formas, eran manipuladas por la propaganda totalitaria.
En “La Sociedad Abierta” se ha tratado de demostrar que la civilización presente no se ha recobrado todavía completamente de la conmoción de su nacimiento, de la transición de la sociedad tribal o “cerrada”, con su sometimiento a las fuerzas mágicas, a la “sociedad abierta”, que pone en libertad las facultades críticas del hombre. Se intenta demostrar, asimismo, que la conmoción producida por esta transición constituye uno de los factores que hicieron posible el surgimiento de aquellos movimientos reaccionarios que trataron, y tratan todavía, de echar por tierra la civilización para retornar a la organización tribal. En él se sugiere, además, que lo que hoy llamamos totalitarismo pertenece a una tradición que no es ni más vieja ni más joven que nuestra civilización misma.
Johann Chapoutot escribió que, en la relectura nazi de Grecia, el filósofo oficial del Tercer Reich fue Platón y no Nietzsche, a quien Hitler no perdonó haberse distanciado de Wagner. La República era, para Popper, el prototipo de una sociedad cerrada que reflejaba de algún modo, la estructura tripartita y jerárquica del alma. Hacer la pregunta, como lo hace Platón, sobre quién debe gobernar implica una respuesta que indica lo mejor. Más bien, precisa Popper, debemos preguntarnos cuál es el método para proteger las instituciones de los tiranos y garantizar la alternancia sin recurrir a la violencia.
Está claro que Popper no quiso proponer una interpretación histórico-filológica de la República, como se desprende del prefacio de la segunda edición de La sociedad abierta, cuando escribe que la idea de la obra nació después de la anexión de Austria a la Alemania nazi. Por eso algunas críticas pueden parecer “más emotivas y de tono más duro” de lo esperado, pero no era el momento de bajar el tono de las palabras, subraya Popper. El describe a Platón como el teórico de una sociedad cerrada, en la que la “llamada de la tribu”, se convirtió luego en un “pretexto” para denunciar los regímenes totalitarios. En una entrevista concedida al “Corriere della sera”, 15 de marzo de 2002, Gadamer declaró que se había hecho amigo de Popper a pesar de su discusión sobre Platón. Si en Gadamer prevaleció el rigor hermenéutico, en Popper prevaleció la necesidad de desenmascarar a los falsos profetas que, imaginando construir la Jerusalén celestial en la tierra, justificaban la atrocidad.
El papa Francisco ha expresado en su último viaje a Asia y Oceanía: “Las dictaduras son un obstáculo. No permiten dejar avanzar a los pueblos”. Todo totalitarismo es a la vez, un reduccionismo.
Por el Pbro. Dr. José Juan García