En la vorágine de la era digital, de las redes sociales y de las imágenes felices que rodean nuestra cotidianeidad, la positividad se ha erigido como un imperativo indispensable, impregnando toda la cultura. Si bien la positividad puede ser una fuerza motivadora y beneficiosa, su exceso se ha convertido en una amenaza silenciosa para el pensamiento crítico y la aceptación de la vida.
Byung-Chul Han, filósofo coreano contemporáneo, es uno de los críticos más fuertes de esta positividad extrema. En sus obras: “La sociedad del cansancio”, “Psicopolítica”, “La agonía del Eros”, “En el enjambre”, “La desaparición de los rituales”, explora las consecuencias negativas de esta cultura dominante y aboga por una recuperación también de la negatividad, el silencio y la reflexión como pilares fundamentales para el ser humano.
En su primera obra, donde explora explícitamente el tema: “La sociedad del cansancio”, Han analiza cómo la positividad excesiva se transforma en una obligación que nos explota a nosotros mismos. La presión por ser siempre positivos, felices y exitosos nos agota física y mentalmente, impidiéndonos disfrutar del presente y encontrando sentido. La positividad ha fragmentado la comunicación en la sociedad actual, ya que la interacción superficial y ruidosa de las redes sociales nos impide prestar atención a los demás y construir relaciones profundas. La búsqueda incansable de la satisfacción y éxito nos convierte en máquinas de rendimiento, incapaces de experimentar la quietud y la contemplación. Han nos invita a repensar la positividad y a revalorizar la negatividad como una dimensión esencial de la experiencia humana.
El exceso de positividad es, según Han, lo que nos conduce al agotamiento. El sujeto de rendimiento, que siempre está obligado a ser positivo y a “poder”, se agota a sí mismo compitiendo constantemente con los demás y con uno mismo. De esta manera, se convierte en su propio enemigo. Otra de las consecuencias de la positividad excesiva, es que esta anula la posibilidad de experimentar la negatividad, las emociones difíciles y los momentos de fracaso, aspectos esenciales de la experiencia humana.
Para este autor hay que reconstruir una sociedad más reflexiva, crítica y capaz de crear una vida sincera e integral que reflejen la complejidad de la experiencia humana.
Finalmente, considero que Han propone no olvidarnos de que, a pesar que nuestra sociedad se esfuerza por ayudarnos a mantenernos fuertes y saludables, somos seres finitos y susceptibles al error, las dificultades, la enfermedad y al dolor. La negatividad no es sinónimo de pesimismo, sino de una actitud abierta que nos permite cuestionar lo establecido, tolerar la incertidumbre y confrontar los aspectos más desafiantes de la realidad. Para construir una vida más plena, es importante desconectarnos de la presión por la positividad y cultivar una actitud crítica y reflexiva. Solo así podremos encontrar sentido en nuestras vidas y crear un mundo más justo y equitativo.
Por Jorge Ernesto Bernat
Prof. y Licenciado en Filosofía