Próximo a cumplirse en agosto el 174º aniversario del paso a la inmortalidad del General José de San Martín, recordaremos el estrecho vínculo que nuestro prócer nacional mantuvo con el General O’Higgins.

Tanto San Martín como O’Higgins fueron exiliados de sus patrias después de sus revoluciones independentistas, el Argentino en Francia y el Chileno en Perú. El General O’Higgins, fallece en Lima el 24 de Octubre de 1842. Entre ellos producen y envían numerosas cartas que los próceres se intercambiaron desde que se conocieron en la localidad argentina de Villavicencio a fines de 1814 hasta la muerte de O”Higgins. En ellas reflejaron el “nivel extraordinario de amistad, solidaridad y comprensión” que caracterizó su relación, marcada asimismo por un “nivel muy grande de confianza y confidencialidad”.

Unas de sus cartas esboza en sus líneas una amistad sincera; sin embargo, se aprecian cuestiones políticas que, bien contextualizadas, pueden arrojar luces sobre el faccionalismo que se apoderó de las repúblicas hispanoamericanas durante e inmediatamente después de las guerras de independencia.

La carta esboza lo siguiente: Fechada en París el 26 de diciembre de 1835, se refiere a O’Higgins como “Cap. General de los Extos. de Chile y Perú”. Esto demuestra que a pesar de que O’Higgins había dejado el poder hacía más de diez años, San Martín continuaba considerando injustificada la intervención de los grupos de poder de Concepción con el fin de conseguir la abdicación del entonces Director Supremo (enero de 1823). Para San Martín, O’Higgins ostentaba la legitimidad de la revolución. El exilio del general chileno en el Perú no había sido óbice para que el proyecto americanista encabezado por el Ejército de los Andes fuera derrotado por la creación de los Estados nacionales. Por el contrario, según San Martín, demostraba hasta qué punto era posible construir un relato continental común.

“Los males” que azotaban al Perú a mediados de la década de 1830 eran señal de que las respectivas declaraciones de independencia no habían puesto fin a las luchas intestinas. De hecho, para 1835, el Perú se encontraba inmerso en una agria disputa jurídico-territorial con la Bolivia de Andrés de Santa Cruz, y no es de extrañar que el argentino reaccionara negativamente ante las disputas facciosas: “Ser feliz es imposible presenciando los males que afligen a la desgraciada América”, decía, y agregaba: “Yo calculo cuan embarazosa debe ser la posición de Usted entre opiniones y partidos tan diferentes, […] porque en la guerra civil la máxima de reputar enemigo al que no es de la misma opinión es la ley que divide los partidos”.

Estas palabras hablan de la profundidad de la derrota política sufrida por los miembros de la Logia Lautaro, siendo además un recordatorio de cuán difícil es gobernar en un contexto posrevolucionario. Como hombres de acción política y militar, las vidas de San Martín y O’Higgins resumen un ideario que para los años treinta ya no era posible de sostener. Tal como en el cuadro de Goya, la revolución comenzaba a devorar a sus propios hijos. Amigos en tantas situaciones sociales, políticas y económicas, en batallas temporales, pasaron a la inmortalidad, ambos próceres de Los Andes.

> Monumento homenaje

A San Martín y O’Higgins, también conocido como el Monumento a la amistad inmortal o Monumento a los libertadores de Chile y Argentina, es una escultura del artista chileno Lorenzo Domínguez Villar. Está ubicada en la Plaza Chile en Mendoza, Argentina, y fue inaugurada el 18 de mayo de 1947.

Por el Lic. Prof. Fernando A. Ocampo Bravo