El porcentaje de población mundial que vive en la pobreza ha disminuido en los últimos 30 años. Sin embargo, casi una de cada dos personas del mundo -44%- vive ahora con menos de 6,85 dólares al día. Y el número absoluto de personas que viven por debajo del umbral de pobreza es el mismo hoy que en 1990: unas 3.500 millones de personas. Si se mantienen las tendencias actuales, se necesitaría más de un siglo para que toda la población supere ese umbral.

Además, la desaceleración en el ritmo de reducción de la pobreza extrema (quienes no tienen recursos superiores a 2,15 dólares diarios) también tiende a consolidarse, alejándose del objetivo de eliminar la pobreza global para 2030.

El panorama del mundo sobre “Desigualdad: pobreza injusta y riqueza inmerecida” es dramático: resulta del nuevo informe publicado por Oxfam, organización comprometida con la lucha contra las desigualdades, con motivo de la realización del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.

Este Informe expresa que en 2024 la riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo creció, en promedio, casi 100 millones de dólares por día. Si el 99% de los activos de estos multimillonarios se “evaporaran” de la noche a la mañana, seguirían siendo multimillonarios.

Colonialismo moderno

Se ve cómo el sistema económico es desigual y se está caracterizando por formas de colonialismo moderno que condicionan las relaciones económicas entre el Norte y el Sur Global, con los países de altos ingresos controlando el 69% de la riqueza global.

El Sur aporta el 90% de la fuerza laboral mundial, pero recibe solo el 21% del ingreso laboral agregado. Las diferencias salariales son marcadas: se estima que los salarios de los trabajadores del Sur son entre un 87% y un 95% más bajos, con las mismas habilidades, que los del Norte.

Y, sin embargo, a nivel mundial, los países de ingresos bajos y medios gastan hoy en promedio casi la mitad de sus presupuestos para pagar la deuda externa contraída a menudo con ricos acreedores en Nueva York y Londres. A mediados de 2023, la deuda mundial había alcanzado un nivel récord de 307 billones de dólares, y 3.300 millones de personas viven en países que gastan más en pagos de deuda que en educación y atención sanitaria. Así, el objetivo de una economía más inclusiva y una sociedad más dinámica y equitativa se aleja.

Hay que relanzar la cultura del trabajo y abrir fuentes de trabajo genuino con salarios dignos. El lucro no puede ser el único fin de una empresa o de las grandes inversiones. He ahí una de las patas de la mesa.

Los ingresos combinados de las cinco empresas más grandes del mundo son mayores que el PIB de docenas de naciones. Es una representación plástica del poder monopólico en acción, que garantiza rentas inmerecidas y contribuye al crecimiento de las desigualdades.

Relanzar la cultura del trabajo

Hay que relanzar la cultura del trabajo y abrir fuentes de trabajo genuino con salarios dignos. El lucro no puede ser el único fin de una empresa o de las grandes inversiones. He ahí una de las patas de la mesa.

Hay que “globalizar la solidaridad” (Benedicto XVI), aún en los mercados y puestos de trabajo. “El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tenga lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas”. (Francisco, Encíclica Fratelli Tutti n¦ 155).