El hambre, la desnutrición, la deshidratación, el estrés y diversas enfermedades y dolencias se apoderan cada día de miles de migrantes, en su mayoría venezolanos, que se desplazan a lo largo de Sudamérica con todas sus pertenencias cargadas en una mochila, tras haber dejado atrás su país.

Los estragos de la exigente travesía se perciben en Huaquillas, la ciudad de Ecuador donde se encuentra el principal paso fronterizo con Perú, y en el que se concentran numerosos migrantes. Algunos se dirigen hacia Perú y Chile, y otros que ya han estado en esos países hacen el camino de vuelta y se plantean incluso llegar a Estados Unidos.

A los rostros exhaustos y las ampollas en los pies producto de los maratonianas jornadas de caminata se suman cuadros gripales y gastrointestinales, así como también lesiones producto de caídas de las “mulas”, los tráilers a los que acostumbran a subirse a veces para avanzar más rápido en el camino.

Así lo constata la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC, por sus siglas en inglés), que tanto en Huaquillas como en distintos puntos de la ruta ofrece atención médica gratuita a la población migrante, así como atención psicológica, medicamentos y charlas educativas, a través de su Alianza Programática Piloto, gracias a los fondos de donantes como la Unión Europea (UE).

Desde 2022 ha realizado más de 9.800 atenciones en salud y más de 2.700 atenciones psicológicas a migrantes sólo en la provincia ecuatoriana de El Oro, donde se encuentra Huaquillas, según señaló el presidente de la Junta Provincial de la Cruz Roja Ecuatoriana, Víctor Campoverde.

Chequeos médicos

Los migrantes, en ocasiones familias enteras con perros y mascotas, llegan a diario al local de la Cruz Roja en Huaquillas para ser atendidos, pero también una unidad móvil de esta institución humanitaria equipada con un consultorio sale a recorrer las calles y carreteras de la provincia para asistirles en pleno camino.

Allí les proporcionan un chequeo que incluye pesaje y medición de la tensión arterial, ritmo cardíaco y saturación de oxígeno, entre otras constantes vitales.

En función de los síntomas referidos por los propios migrantes y de acuerdo a la evaluación realizada, les proporcionan gratuitamente los medicamentos que necesitan para tratar sus patologías.

Janeth Díaz, una venezolana de 60 años que por segunda vez está viajando desde Venezuela a Perú, para nuevamente reencontrarse con su hija, que está en Lima comentó que los problemas con los que lidian los migrantes venezolanos al recorrer estos países es el hambre, la desnutrición y la gripe producto de los cambios de clima, “porque son días de viaje y la mayoría lo hacen caminando”. “Igual a mí me tocó caminar bastante, y a mi edad”, advirtió.

La sexagenaria migrante incidió en la falta de medicinas que encontró en Venezuela al intentar tratarse sus dolencias. “En cambio aquí tú llegas y enseguida te dan. A mí me acaban de dar aquí todos los remedios y no gasto nada. Esto hay que valorarlo y agradecerlo”, concluyó.

 

Agencia EFE