América Latina y el Caribe es la segunda región del mundo más expuesta a eventos climáticos extremos (después de Asia), en donde al menos 20 países enfrentan una alta frecuencia de tales eventos, lo que indica una exposición significativa que afecta la seguridad alimentaria, revela el informe El Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 elaborado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El reporte señala que los eventos climáticos extremos ponen en riesgo los logros alcanzados en la reducción del hambre y la malnutrición en la región. Según el informe, entre 2019 y 2023, la prevalencia de la subalimentación aumentó 1.5 puntos porcentuales en todos los países afectados por la variabilidad climática y los extremos.

Destaca que el impacto de los extremos climáticos se ve en aumento debido a los persistentes desafíos estructurales como lo son conflictos, desaceleraciones económicas y crisis. Además de los factores subyacentes como los altos niveles de desigualdad, la falta de acceso a dietas saludables y su falta de disponibilidad, y entornos alimentarios poco saludables.

El análisis advierte que la situación es peor en aquellos países que experimentan recesiones económicas. Las poblaciones más vulnerables se ven afectadas de manera desproporcionada, porque tienen menos recursos para adaptarse.

Inseguridad alimentaria
El hambre afectó a 41 millones de personas en la región durante 2023, lo cual indica una disminución de 2.9 millones de personas respecto a 2022 y de 4.3 millones respecto a 2021.

A pesar de los avances regionales, existen disparidades entre subregiones. La prevalencia del hambre ha ido en aumento durante los últimos dos años en el Caribe, alcanzando el 17.2 por ciento, mientras que se ha mantenido relativamente sin cambios en Mesoamérica, en el 5.8 por ciento.

En cuanto a la inseguridad alimentaria moderada o grave, la región también demostró avances por segundo año consecutivo, cayendo bajo el promedio mundial por primera vez en 10 años. En total, 187.6 millones de personas en la región experimentaron inseguridad alimentaria, 19.7 millones menos que en 2022 y 37.3 millones menos que en 2021.

Esta reducción se explica gracias a la recuperación económica de varios países de América del Sur debido a programas de protección social, esfuerzos económicos postpandemia y políticas específicas destinadas a mejorar el acceso a los alimentos.

En cuanto a la malnutrición, el reporte informa que el retraso en el crecimiento afectó al 22.3 por ciento de los niños menores de 5 años en el mundo en 2022. En América Latina y el Caribe, la prevalencia se estimó en 11.5 por ciento, significativamente por debajo del promedio mundial. Pero el progreso que había experimentado la región se ha desacelerado en los últimos años.

El informe de la ONU revela que en 2022, 182.9 millones de personas en América Latina y el Caribe no podían permitirse acceder a dietas saludables. Esto marca una mejora de 2.4 puntos porcentuales en comparación con 2021. Según Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) un creciente desafío en la región, que puede llegar a ser un factor de riesgo para las enfermedades no transmisibles es el sobrepeso y la obesidad.

Emergencia climática
“El planeta se calienta y el clima se desajusta”, dijo Lola Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos de la ONU en la región.

La directora explicó por qué las mujeres y los hombres de esta región viven “la emergencia climática en primera persona”, al ser estos los encargados de “producir alimentos, transformarlos, transportarlos y poner un plato en la mesa”.

“Las comunidades y los gobiernos de la región avanzan hacia soluciones integrales que abordan la seguridad alimentaria y la nutrición en tiempos de crisis climática. Juntos, buscamos proteger a las personas más vulnerables de los eventos climáticos extremos y crear sistemas alimentarios equitativos y sostenibles que alimentan a América Latina y el Caribe sin destrozarla”, añadió.

El informe destaca la necesidad urgente de acelerar la acción para desarrollar la resiliencia dentro de los sistemas agroalimentarios, que son críticos para el progreso de la región hacia la eliminación del hambre y la malnutrición en todas sus formas.

“Esta resiliencia permite anticipar, prevenir, absorber, adaptar y transformar, de manera positiva, eficiente y eficaz frente a diversos riesgos, incluyendo los desafíos asociados al cambio climático y los eventos extremos”, declaró Mario Lubetkin, subdirector general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe.

Además, la sostenibilidad a largo plazo de los sistemas agroalimentarios debe ser garantizada, dice el informe.

* Invertir más en las áreas rurales
Desde la División de América Latina y el Caribe del FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) la directora del organismo Rossana Polastri señaló la necesidad de “redoblar esfuerzos para adaptar los sistemas alimentarios a los efectos del cambio climático, cuyo impacto negativo exacerba la inseguridad alimentaria. Para lograrlo, debemos invertir más en las áreas rurales, de manera que los pequeños productores cuenten con infraestructuras básicas, sistemas de información climática, prácticas agrícolas sostenibles y acceso a productos financieros que les permitan hacer frente a los eventos extremos y a la variabilidad del clima.

Por Sonia Domínguez Ramírez