Falta tiempo y educación para que el respeto e igualdad entre mujeres y hombres puedan visibilizarse en el mundo entero. La desigualdad laboral por ejemplo, es toda una materia pendiente. Tres años después de que los estadounidenses se retirasen de Kabul y regresaran al poder, entre una crisis y otra, entre guerras y campañas electorales, los talibanes han asestado otro golpe a la libertad y los derechos humanos. Y ahora llegan las primeras condenas internacionales, mientras el gobierno fundamentalista se acredita como punto de referencia para Rusia y China y también ha sido reconocido implícitamente por las Naciones Unidas que, sin embargo, vieron fracasar estrepitosamente en Doha cualquier intento de diálogo sobre derechos.

Por último, también hubo reconocimiento por parte de los Emiratos Árabes Unidos, que aceptaron las cartas credenciales de un diplomático designado por los talibanes como embajador de Afganistán. Cosa que, hasta ahora, sólo había hecho China.

Sin embargo, el paso “adelante” -si se le puede llamar así- se produjo en el pasado mes de agosto de 2024. El gobierno de facto de Afganistán ha convertido en ley muchas de las restricciones que aplica desde hace tres años, abordando cuestiones como el velo integral o yijab para las mujeres y la vestimenta de los hombres, que deben dejarse crecer la barba. La legislación, denominada “Ley para la propagación de la virtud y la prevención del vicio”, también prohíbe a los conductores transportar mujeres adultas sin un tutor legal masculino. La disposición exige que las mujeres se cubran la cara y el cuerpo para evitar “inducir a la tentación”.

Requiere evitar que las voces de las mujeres se escuchen en público, incluso cantando, recitando o hablando por micrófonos. Además, está prohibida la publicación en los medios de comunicación de fotografías en las que aparezcan personas, tanto mujeres como hombres. Hasta aquí la “ley” vuelve a orientar y con sanciones físicas extremas: que parten de los azotes y alcanzan consecuencias impensadas e ilógicas en la aplicación integral inducida de las interpretaciones distorsionadas del Corán.

El primer gobierno en condenar la decisión fue el socialista de Madrid: “Condenamos totalmente la llamada Ley para la difusión de las virtudes de los talibanes en Afganistán, que quiere silenciar a las mujeres afganas”. Este es el mensaje publicado en una ley denunciada por activistas del país como un “ataque inaceptable a las libertades civiles de las mujeres afganas”. “Condenamos todas las violaciones de los derechos humanos y de las libertades fundamentales de las mujeres y las niñas”, añadió también la ministra Albares en el mensaje. Australia también reaccionó con dureza: “Australia condena las medidas de los talibanes para silenciar las voces de las mujeres y niñas afganas. Expresamos nuestro apoyo a las mujeres y niñas de Afganistán y a sus derechos humanos”, declaró la ministra de Asuntos Exteriores australiana, Penny Wong, en X.

Despojar a la mujer en sus derechos: un camino contrario al que se debe transitar y por el que debemos luchar. Sería bueno sumarse a las críticas internacionales, en favor de las mujeres afganas.

Por el Pbro. Dr. José Juan García