La madre de nuestro deterioro indetenible es la ignorancia. Y lo peor de todo: no darnos cuenta. Seguimos refiriendo a nuestros premios Nobel de ciencias que nos enorgullecen, mejor sería guardar silencio e imitarlos. Repetimos que estuvimos igual o mejor que Canadá, pero eso fue hace más de 100 años.
En 1983 al poco tiempo de caer en Malvinas recuperamos la democracia. El populismo desde entonces impidió tener al mismo tiempo, una buena administración de nuestra economía. Las pujas sectoriales subieron al altar de una política incapaz de distinguir privilegios de promoción, impulsos de perpetuación.
> Paso fundamental
En 1993 se daba un paso fundamental en el intento de aprovechar una riqueza olvidada, enterrada, ignorada. La ley 24.196 permitió dejar de confundir Pampa Húmeda con Cordillera. Invariabilidad tributaria y regalías razonables pusieron en marcha la minería del cobre en Catamarca; del oro y la plata en Santa Cruz, San Juan, Salta y Jujuy; el litio en la Puna.
Las pujas sectoriales subieron al altar de una política incapaz de distinguir privilegios de promoción, impulsos de perpetuación.
Treinta años después, luego de entronizar a Carlos Menem en un salón de Casa Rosada, en el Senado de la Nación se echa por tierra un legado de sentido común, que fue sinónimo de inversiones. Inversiones que, de la mano del cobre, hoy, se anunciaban dispuestas a llegar a la Argentina. Pero resulta que en el Senado un voto vale más que muchas otras cosas. Entre otras:
* Vale más que la voluntad de seis gobernadores manifestadas en la recientemente constituida Mesa Interprovincial del Cobre Argentino en San Juan.
* Vale más que los U$S 20.000 millones necesarios para arrancar y empezar a resolver parte de una pobreza que año tras año aumenta sin parar.
Importa más que la voluntad firmada por 196 países tras el acuerdo de París y la reciente COP 28 en Dubái, donde los minerales críticos fueron declarados esenciales en un desesperado intento por detener el aumento de temperatura del planeta tierra, manteniendo su habitabilidad.
>La industria del cobre
La industria del cobre es muy sensible a la carga tributaria, a principios del nuevo siglo y entre 2014 y 2017 el primer productor mundial tuvo enormes dificultades.
El valor internacional de esta materia prima se desplomó y los ingresos por exportaciones no alcanzaban a cubrir los costos de operación. Decisiones inteligentes permitieron mantener la cadena de valor, seguir pagando salarios y proveedores.
De haber tenido regalías del 5% del valor de exportación como las que propuso un Senador de Santa Cruz y votó la Cámara Alta con mayoría simple, en Chile más de la mitad de las empresas mineras hubiesen quebrado.
No somos el único territorio que cuenta con depósitos de cobre en lista para empezar, sí somos los únicos que seguimos teniendo regalías ad valorem (un porcentaje del precio de ventas).
¿Qué nos pasa que no queremos aprender de los países exitosos, donde las regalías se pagan en función del resultado económico de cada empresa?, donde altas rentas tributan altas regalías, bajas rentas bajas regalías.
En el reciente tratamiento de la Reforma Fiscal, tras las opiniones del sector minero vaticinando un cierre adelantado de las operaciones de oro y plata como consecuencia del aumento de regalías, se decidió que la suba no rija para las actuales producciones.
> ¿Pero las inversiones que necesitamos?
El Senado Nacional acaba de hacerle una zancadilla a su llegada. Importa el presente, no el futuro. Votan el RIGI en busca de imprescindibles inversiones, y a renglón seguido, con otra ley lo invalidan.
Mientras el presidente pregona al grito de “Viva la Libertad, carajo”, una nueva metáfora empezó a escucharse en el Congreso: “¡Aguante la pobreza, vale cualquier negociación, carajo!”
Por Mario Capello
Ex subsecretario de Desarrollo Minero, miembro
del Grupo Sarmiento de expertos en Minería