Cualquiera cuando piensa en Lionel Messi, por dar un ejemplo, se imagina la final del mundial de Qatar ante Francia. Luego se imagina el triunfo. Después el obelisco y la multitud que recibió a la Selección Argentina. Pero no ponemos en consideración todo lo anterior. Las eliminatorias, las ausencias de los jugadores en sus hogares, los días interminables de prácticas físicas, tácticas y futbolísticas. El agobio de la rutina que siempre está ahí, por más que te guste el fútbol. La derrota del primer partido ante Arabia Saudita y tener que remontar el ánimo. Nadie a esa altura sabía que íbamos a ser campeones. Era una probabilidad entre tantas. Después las cosas se fueron dando. Entramos en octavos, en cuartos y en la semi. Finalmente fuimos a la final que fue la mayor de las incógnitas. Tan es así que si estudiamos las veces que pudo darse vuelta el resultado, como en el caso de la gran atajada del dibu Martínez, podríamos imaginar la inseguridad que tuvieron, cuando todavía no sabían cómo terminaba.

Entonces la pregunta es:
¿Cómo nos mantenemos firmes en la incertidumbre cuando todavía no vemos los resultados? ¿Cómo hacer frente a empresas tan grandes, incluso a veces, jugársela por los demás, cuando todavía el resultado es una incógnita?

Eso no se podría llevar a cabo con la sola razón. Salvo que existan motivaciones o recursos de otro tipo.

La duda debilita, es muy pesada.

¿Cómo transitaba un jugador como Messi la etapa previa al triunfo definitivo?

Evidentemente es un hombre de fe a pesar de todos sus errores. No hay otra forma. Sus gestos reflejan su contacto con el Ser superior. Y más allá del uso equivocado de su libertad en la vida personal, Diego Maradona también fue un hombre de fe, mientras capitaneaba la selección argentina. Con el diario del lunes todos somos buenos consejeros. El tema es conducir el barco en medio de la tormenta con olas de 10 metros y tomar las decisiones adecuadas sin saber si realmente lo son. Pero al que tiene fe no le importa el resultado. O mejor dicho, sí le importa pero sabe que es solo el moño de una caja de esfuerzos, en los que en definitiva el resultado queda en manos de la voluntad de Dios, cuya manifestación para la fe de una gran mayoría de argentinos, se concreta en la figura de Cristo, su Madre María y los santos que siguieron el camino de su Hijo, como fuente de gracia y causa ejemplar.

Por el Prof. Jorge Escales