Los emprendedores inmigrantes españoles, aquellos que llegaron a nuestra tierra livianos de equipajes, pero cargados de ilusiones, demostraron y consumaron en la patria de Domingo Faustino Sarmiento sus visionarios e inteligentes proyectos, que hicieron posible esta prometedora tierra. Un ejemplo de aquello y lo que está ocurriendo hoy se lo debemos a esa deslumbrante historia de los visionarios. Empezando por don Jerónimo Valls, inmigrante catalán y precursor de los medios de telecomunicación jachalleros.
Transcurrían las primeras décadas del pasado siglo XX y el fantasma de la guerra se aproximaba a España. Fue en estas circunstancias que don Jerónimo Valls, decidió buscar nuevos horizontes, llegando primeramente a Francia, país que no sedujo su espíritu inquieto, razón por la cual se dirigió a la prometedora América, arribando primeramente a Brasil para luego desembarcar en Buenos Aires.
En tierras jachalleras
Sus expectativas no encontraron respuesta en la provincia bonaerense, continuando su derrotero hacia el sur de Mendoza, donde un compatriota lo interiorizó de aquel incipiente proyecto de las líneas telefónicas. Allí en San Rafael trabajó durante algún tiempo como empleado en una empresa telefónica, instruyéndose en las técnicas pertinentes.
Por esas cosas incomprensibles del destino en 1912, aquel impaciente español se relacionó con don Tomás Suizer, a la sazón intendente de Jáchal, quien quedó cautivado con los planes de Valls, el cual proyectaba instalar el teléfono en aquel lejano departamento, pero además se había enamorado del paisaje y la gente jachallera, quizás porque las montañas le hacían recordar su añorado terruño. En Jáchal se ubicó en una casa situada en la calle “el Plata”, entre Agustín Gómez y Florida. De esta manera y con la ayuda de Suizer se propuso instalar una empresa telefónica. Allí, en la actual calle Juan de Echegaray, funcionó la primera central telefónica, con un tablero traído desde San Rafael y con teléfonos importados desde Alemania, marca “Berlina”. Estos aparatos eran de tipo “cajón, aquellos que tenían la forma de una caja de madera rectangular. Don Jerónimo -que ya había echado raíces en tierra norteña- personalmente instaló el tendido de cables, ayudado por un sulki, en los que acarreaban los resistentes postes de madera. Desde 1913, año en que se inauguró el servicio, hasta poco tiempo después, Jáchal contó con 150 beneficiarios de aquel moderno servicio, distribuidos en la Villa de San José, San Roque y Niquivil y más tarde la zona de la Pampa. Entre las familias que ostentaron aquella maravilla moderna, se encontraban la de Almeida, Alfaro, Videla, García, Posleman, y Quiroga. Años después don Valls vio coronado otro de sus sueños: consigue empalmar la línea jachallera con la ciudad de San Juan y desde aquí a Buenos Aires. Fue en la década del 50 cuando el estado, obligatoriamente le compró la empresa, sin embargó él, de alguna manera, continuó controlando y supervisando su querida compañía; ya que nada ni nadie podía privar los sueños de este idealista y visionario catalán. Esta tarea la hizo hasta su muerte, sucedida en 1960.
Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia