De lo general a lo particular, lo que uno tiene que saber de nuestra historia independentista: Antes de las Guerras de Independencia la parte norteña del Cono Sur (el norte de Chile, norte de Argentina, Paraguay) estaba en el ámbito del Imperio Inca, y cayó bajo el control español en el siglo XVI más o menos de la misma forma que Perú y Bolivia. Pero las partes más sureñas del continente estaban más remotas, menos ricas en oro y plata, y tenían un terreno más difícil, entonces lógicamente los españoles tardaron más tiempo en extender su control hasta allí. Las tribus indígenas del sur de Chile, los araucanos y mapuches, fueron particularmente resistentes a la conquista.

> Sistemas coloniales arraigados
Para el siglo XVIII los sistemas coloniales estaban arraigados e incluso estancados en cuanto a su burocracia extensa y lenta, y en cuanto a su sesgo hacia el beneficio español a expensas de los intereses americanos.

Las unidades de administración más grandes en la época colonial eran los Virreinatos (el Virreinato del Río de la Plata incluía Argentina, Uruguay, Paraguay, parte de lo que hoy es Bolivia, además de parte del sur de lo que hoy es Chile), y las Capitanías Generales (la Capitanía General de Chile incluía solamente la parte de su costa pacífica, porque lo que hoy es el norte de Chile era en aquel entonces parte del Virreinato de Perú).

> Ideas de libertad
Buenos Aires, por su parte, era uno de los centros comerciales del continente, y resentía duramente los controles coloniales que la corona española intentaba imponer. Al mismo tiempo llegaron a Sudamérica las ideas de la Ilustración sobre la libertad y sobre la administración racional y equitativa de los bienes comunes (ideas que contradecían los sistemas coloniales, que fueron construidos a base de privilegiar a los colonizadores).

La chispa que incendió los fuegos de la independencia en el sur de Sudamérica (como lo hizo en el norte y en México) fue la ocupación napoleónica de España en 1808. Hubo juntas patrióticas en la Península que resistían la ocupación francesa, y similarmente en las Américas se organizaron juntas patrióticas. Al principio (1810) la Primera Junta de Buenos Aires decía que estaba a favor de devolver el trono español a Fernando VII de Borbón, pero pronto los eventos y los líderes criollos giraron en la dirección de favorecer la independencia. Y cuando Fernando VII volvió al trono español en 1814 y comenzó sus intentos de restablecer su control sobre las colonias americanas, ya era demasiado tarde y comenzaron abiertamente las Guerras de la Independencia.

> El Padre de la Patria
José de San Martín había nacido en lo que hoy es Argentina, pero se mudó con su familia a España cuando todavía era un niño. Luchó en varias campañas españolas, subiendo con el tiempo al rango de teniente coronel; luego sirvió en la lucha contra la ocupación francesa, pero en 1812 se puso en contacto con la Primera Junta de Buenos Aires, ofreciéndoles sus talentos formidables como líder militar, y volvió a su país natal.

San Martín aceptó ser gobernador de Cuyo y desde allí organizó una expedición para liberar la Capitanía General de Chile; su meta eventual era echar a los realistas del Perú. Entonces decidió cruzar los Andes, tomar Chile, y luego llegar a Perú en barcos.

> Entrevista de Guayaquil y retirada de San Martín
Una vez que San Martín estuvo en Chile, el gobierno argentino dejó de mandarle apoyo material para la siguiente fase de la guerra. De todas formas organizó los barcos y las tropas para la Expedición Libertadora del Perú, y después de derrotar a tropas realistas en varias batallas, entró en Lima en 1821.

Simón Bolívar acababa de liberar el Ecuador y planeaba su propia liberación del Perú. No se sabe qué se dijeron Bolívar y San Martín el 26-27 de julio de 1822 en Guayaquil. Pero después de la entrevista, el general José de San Martín se retiró de sus puestos militares y civiles, y volvió a la Argentina.

Al llegar a Buenos Aires en 1823, San Martín encontró la situación política insostenible, y se fue al exilio en Europa con su hija. Vivió allí muchos años, manteniendo correspondencia y siguiendo desde lejos los eventos tumultuosos en su patria, hasta su muerte en Francia a la edad de 72 años.

Para concluir, no podemos ser un país soberano e independiente, si tenemos desunión entre nosotros mismos, desde esos tiempos a la actualidad, los caudillismos no funcionan en una sociedad, quebrada agrietada entre hermanos, tanto en el pasado como en el presente, debemos responsabilizarnos como cuidadanos y poder trabajar por un nuevo devenir y un país fuerte, eso fue, en los que pensaron nuestros próceres de antaño, esa quimera sería ideal.

  • Día de la Independencia 
    El 6 de julio de 1826, Bernardino Rivadavia, presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, ordenó que el 9 de julio se conmemorase juntamente con el 25 de mayo pues consideraba que la repetición de estas fiestas irroga perjuicios de consideración al comercio e industria. Pero Juan Manuel de Rosas, durante su segundo gobierno, y a punto de celebrar los 20 años de la Declaración de la Independencia, dispuso mediante un decreto promulgado el 11 de junio de 1835, que la celebración del 9 de julio debía hacerse con los mismos preceptos que el 25 de mayo.

Por el Lic. Prof. Fernando A. Ocampo Bravo