El término caudillo, en una de las múltiples acepciones que da la Real Academia Española, indica o hace referencia a la persona que dirige algún cuerpo o comunidad, corolario de sus dotes personales. Enmarca perfectamente este significado con el fuerte temperamento del Dr. Federico Cantoni, el más importante líder político que tuvo nuestra provincia en el pasado siglo.

La carrera política de este singular hombre se inició en la naciente Unión Cívica Radical, partido político que en aquellos lejanos años, estaba bajo la tutela de don Hipólito Yrigoyen. Consecuencia de la tendencia personalista que ejercía el “peludo”, el Dr. Federico Cantoni fundó una nueva agrupación política -constituida sobre todo por jóvenes- que se opuso al radicalismo nacional. De esta manera nació en San Juan el Bloquismo o Cantonismo, que tendría trascendental protagonismo en la vida política local. A partir de 1914 el líder sanjuanino comenzó a potenciar su gestión, excediendo los ámbitos de su tierra natal, proyectándose con fuerza en los recintos nacionales, e incluso internacionales. Fueron varios los escaños por donde don Federico pasó, para llegar a convertirse en una figura con perfiles que rozaron la esfera de lo legendario. Concejal por el municipio capitalino, diputado, senador, miembro de la Convención Reformadora de la Constitución de 1927, dos veces gobernador y embajador ante la Unión Soviética. En todos estos contextos, sus visionarias ideas, defendidas con su definida personalidad, arrasaron o se impusieron como ráfagas de un viento zonda. Las ideas que sustentaron su obra, se basaron fundamentalmente en defender a los desposeídos de su tierra. Nuestro caudillo interpretó cabalmente las imperiosas necesidades de aquellos estratos sociales postergados de las primeras décadas de siglo; sabía de sus sufrimientos, de sus sueños y de sus anhelos. No fue un político de gabinete, de esos que se quedan estáticos y ufanados en su sillón, lejos de esto, su dinamismo lo llevó a conocer la gente de cada rincón de su provincia. Con un lenguaje común, hablaba a los trabajadores, teniendo la virtud de expresar, en una locución llana y directa, proyectos viables y concretos. Largo sería reseñar en este escrito todos sus logros, suficiente con recordar aquel iluminado logro político referido al sufragio femenino, los derechos laborales, su grandiosa obra material o su visión de instalar una azucarera, todas realizaciones que no tuvieron parangón en el orden nacional, insuflándole al federalismo aires que aún no respiraba, de acuerdo a su auténtico dogma. Y si nos remitimos a su profesión, o al hombre común, en don Federico también existieron especiales matices, que evidencian su condición de guía y protector. Nos encontramos con un médico de pueblo, que socorrió a los heridos del terremoto de 1944, o a un profesional acertado, que con rudimentarios medios, le practicó una exitosa operación de apendicitis a un humilde trabajador, allá en su añorada estancia en Guañizuil….

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia