El evangelio de hoy es Lucas 6:39-45: “A continuación Jesús les puso un ejemplo: Está claro que un ciego no puede guiar a otro, porque correrían peligro de caerse en un hoyo los dos. Un estudiante no sabe más que su profesor; aunque, si persevera, puede llegar a saber tanto como él. ¿Cómo es que ves una pajita de nada en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de que tienes toda una viga en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano que te deje quitarle la pajita del ojo, cuando ni siquiera ves, porque tienes el tuyo tapado por una vigota? Tu fallo consiste en no aplicarte lo que les dices a los demás. Empieza por quitarte la viga que tienes en el ojo, y entonces podrás ver con claridad para quitarle a tu hermano la pajita que tiene en el suyo. Un buen árbol no produce mal fruto, ni tampoco produce buen fruto un árbol que está podrido. Se puede decir qué clase de árbol es por el fruto que da. ¿A que no se cogen higos en los espinos, ni se vendimian uvas en las zarzas? Un hombre que es bueno saca cosas buenas del buen depósito de su corazón; y un hombre malo, cosas malas. Lo que habla una persona es lo que rebosa de lo que tiene en el corazón”.
A lo largo de estos domingos estamos leyendo, de manera continua, el llamado Discurso de Jesús en la llanura (6,20-49). Lo iniciamos hacen dos domingos con las Bienaventuranzas, que es la puerta maestra para interpretar la serie de enseñanzas que Jesús propone. Teniendo en cuenta este contexto, el pasaje de hoy muestra una serie de dichos aislados de Jesús. Estos dichos se pueden deber a dos razones: que Lucas haya recogido frases predicadas por Jesús en diferentes ocasiones, y nos las dé como un compendio de reglas acerca de la vida. O puede ser que hayan sido un ejemplo de una de la formas de enseñar típicamente judía: el método “jaraz” (ensartar perlas). Este método consistía en ir insertando e hilabanando enseñanzas. Los rabinos decían que un predicador no debe detenerse más de dos minutos en cada asunto, sino que debe pasar pronto de uno a otro para mantener el interés. Muchas veces las enseñanzas de los rabinos parecían como dispersas o deshilvanadas.
Los temas de este pasaje se agrupan en cuatro enseñanzas:
1- La conducción y el aprendizaje: quien guía a otro necesita ver. El verbo ver (blepw) designa el acto de percibir algo con los ojos. La capacidad de la visión. Sin visión no podemos movernos a nosotros mismos o guiar a otros por el buen camino. En sentido espiritual la visión la adquirimos creyendo en Jesús. Quien cree ve y puede conducir a otros al encuentro con Jesús. “El discípulo no es mas que el maestro”: esta frase se la entiende a la luz de los grandes maestros de Israel que eran hombres de Dios y referentes sabios.
2- La paja y la viga: Jesús ilustra con esta imagen la actitud equivoca de criticar al prójimo. En la llamada regla de oro que leímos el domingo pasado: “no hagas a nadie lo que no quiere que te hagan a ti” (Lc 6,31) ofrece un criterio práctico de caridad, una mirada delicada del prójimo, sin prejuicios o criticas que destruya al hermano. Esta regla solo ofrece el límite inferior del amor fraterno formulado de manera negativa. Si vivimos la plenitud de la Ley, es decir, el amor, no seremos jueces de los demás, porque nuestra mirada será la de Jesús. El papa Francisco nos enseña que la fe es participar de la misma visión de Jesús, por lo tanto, una percepción de amor del prójimo (Lumen Fidei, 56). Aun estando libre de faltas no estamos habilitados para señalar al hermano.
3- Dar buenos frutos: mediante la imagen del árbol y sus correspondientes frutos, Jesús indica que la persona buena siempre dará frutos buenos. Así como la ley de la naturaleza muestra la equivalencia entre los frutos buenos surgidos de un buen árbol, así también las acciones buenas muestran las consecuencias edificantes de una buena persona.
4- El interior y el exterior: Jesús cierra la enseñanza de este evangelio con la vinculación entre el corazón y la boca. En la Biblia el corazón es el símbolo donde se encuentran los sentimientos mas íntimos del hombre, ahí está la vida, el espíritu, las emociones, el entendimiento, es el asiento de las actitudes profundas. Y lo que hay en el corazón se expresa por la boca. En la biblia la boca y los labios suele estar vinculados al corazón lleno de Dios para anunciar la salvación.
Por el Pbro. Fabricio Pons