La Declaración de los Derechos Humanos data de 1948. Pero me olvidaba que se pueden atropellar perfectamente.

Hace prácticamente quince años que Argentina, tal vez como pocos países del mundo, sancionó leyes en contra del orden natural. Por distintos motivos, algunos con argumentos bastante razonables para la gente, tuvieron una gran cantidad de seguidores. ¿Eran estas leyes verdaderamente una ayuda o un engaño?

Poco a poco nos fuimos adaptando, sobre todo los más viejos, a cambios en valores familiares, con los que, por amor, hemos convivido a regañadientes.

Ponernos a enumerarlos no tiene sentido. Estamos hartos de hablar de lo mismo. Biden en Estados Unidos, Podemos en España, el cristinismo en Argentina; son por nombrar algunos de los grandes exponentes. Recordemos que Macri también elevó al Congreso Argentino, el acuerdo de entendimiento con el FMI, que incluía la ideología de género junto a la despenalización del aborto. Pero los opositores de esa época iban más lejos aún: liberación solapada de consumo de drogas, zonas narco liberadas y su comercialización a porcentaje, etc.
¿Fue algo realmente bueno?

Opiniones divididas

Para el 50 % de los argentinos era bueno y para el otro no. El obelisco dividió el país a favor y en contra de las nuevas leyes.

Los creyentes que piensan en clave política, ahora están contentos con las nuevas medidas de Trump o Milei.
¿De verdad podemos ponernos contentos?
Conformes si. ¿Contentos del dolor ajeno?
¿Contentos con el impulso de Donald Trump a la base naval de Guantánamo con la habilitación de 30.000 plazas nuevas?. ¿Con la posibilidad de que El Salvador de Bukele, con un gesto alegre y con mano dura, ofrezca recibir de Estados Unidos los presos que requieren máxima seguridad?

A mi personalmente no me gustan esos festejos y me da pena ver cómo la gente lo festeja, pero opino que Trump es el hombre que la historia ha puesto para equilibrar los desastres hechos por gobiernos permisivos de los últimos años. Aunque no sea el término preciso, llamaremos gobiernos socialistas o inclinados hacia la izquierda. Engañaron a la comunidad LGBT+, mintiendo que les concedían derechos. Hace mucho tiempo, se puso de moda un tema musical, que sonaba en casamientos, cumpleaños, etc. ¿Recuerdan?

La letra decía: “estoy saliendo con un chavón” y todos bailaban con la inocencia de un bebé. Luego la canción sigue: “el desgraciado me hizo operar”. La bronca de este hombre, protagonista de la canción, es que luego la pareja lo abandona y queda amputado. En tono humorístico. ¡Pero qué drama! Me olvidaba que el humor se alimenta de nuestras desgracias humanas. Y yo me pregunto ¿Cuántos amputados y privados de sus vidas quedan después de la sanción de estás leyes kirchneristas y macristas? Con el agravante que ahora Trump y Milei las van a derogar. Digo con el agravante, no por buenas, sino por decisiones irreversibles que afectará a personas. En realidad el caos lo empezaron a causar los gobiernos anteriores y estos lo van a potenciar. Al medio queda el ciudadano desconcertado.

La dignidad humana

El evangelio es la vara exacta para medir la dignidad humana. Solo Jesús pudo llegar. Nosotros lo hacemos por aproximación.

La esperanza está intacta. Cristo no abandona a nadie. Hay que escucharlo en las personas sabias que pueden estar o no en nuestras familias, pero seguro que está en el evangelio y para los creyentes en el misterio de la Santísima Trinidad.

Las ideologías existen naturalmente porque el hombre tiene una mirada parcial. Solo Dios mira todo. Por lo tanto se alternan para equilibrarse. El problema es cuando se extralimitan dañando irreversiblemente la dignidad del hombre en todos los aspectos.

Juan Pablo II, fue muy claro al respecto. América y sus pueblos originarios fueron pensados por Dios desde la eternidad. Ningún gobernante crea o quita derechos. Solo los debe reconocer.

Aquellas personas desconcertadas siempre están en la mente y el corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Pedro también lo traicionó y luego murió por él. Es San Roberto Belarmino el que estaba de acuerdo con Galileo Galilei y Nicolás Copérnico. Es Santiago, cuya madre presumida quería sentar su hijo a la derecha de Jesús; Mateo fue cobrador de impuestos, Pablo perseguía a cristianos indefensos; por nombrar los primeros, pero sigue una sucesión infinita, existiendo Santos anónimos y públicos que nos recuerdan que Cristo tiene los brazos abiertos para recibir a las personas abandonadas a su suerte por las ideologías o mal juzgadas por los pseudo católicos. Lo Santos no fueron perfectos. Lucharon por serlo.