“El peor enemigo de la creatividad es la duda sobre la propia capacidad”, escribió la poetisa estadounidense Sylvia Plath.

“La creatividad no es lo mío… no soy una persona creativa”, se suele escuchar.

Hay una creencia generalizada de que la creatividad está reservada para los artistas, cuando lo cierto es que es una capacidad innata del ser humano, sólo que muchas veces, por andar en automático, esa habilidad que todos tenemos se va adormeciendo y durmiendo.

La creatividad es la capacidad de generar ideas nuevas para producir soluciones originales.

La creatividad está en todos partes y va más allá de crear algo nuevo o de pensar distinto. Es una manera de mirar la vida, no tiene ni edad, ni oficio, tiene que ver con cultivar la atención y descubrir lo extraordinario en el día a día.

Cuando nos volvemos más creativos, lo vemos reflejado en nuestra vida cotidiana, permitiendo tener la flexibilidad de transformarnos cuando sea necesario, encontrando los recursos para resolver los problemas que se nos presentan.

Ser más creativos tiene que ver con volver a jugar y recuperar el niño interior, perdiendo el miedo al ridículo, abriéndonos a la frescura de la espontaneidad que llevamos dentro. Hay que animarse a inventar y experimentar, darnos lugar a que salgan facetas nuevas de nosotros mismos. Como adultos tenemos que darnos el permiso, el tiempo y el espacio para jugar.

Volver a reactivar la creatividad implica generar momentos de ocio, de “no hacer nada”. Sólo estar, contemplar a nuestro alrededor, mirar las fuentes de inspiración que existen en nuestro presente, observándolo como si fuera un lugar nuevo y recuperar el asombro mirando otras perspectivas de lo que vemos todos los días.

En base a estas premisas, a continuación van algunas sugerencias para estimular la creatividad en la cotidianidad, sin necesidad de generar cambios muy grandes en el día a día:

* Crear con lo que tenemos a mano.

* Ir al trabajo por otro camino distinto.

* Anotarse en algún taller o curso nuevo.

* Hablar con personas que comúnmente no hablamos.

* Salir a caminar y prestar atención con todos los sentidos.

* Disfrutar de las esperas mirando lo que sucede en ese contexto.

* Ver películas y series que muestren otras realidades.

* Escuchar entrevistas.

* Meditar.

* Leer biografías de personas que admiremos.

* Lavar los platos con la mano opuesta a la que usamos comunmente.