En 1920 la vida era sencilla. A eso de las 19h. ya nadie estaba trabajando y el resto del día se dedicaba a sociales. El sacar sillas y sillones de totora para “tomar aire en la vereda” constituye una de las costumbres más típicas de los barrios sanjuaninos por aquellos años. Pese a no tener veredas como las conocemos, todos los días la gente (las familias frentistas) sacaba sus tronos al verdín. Las señoras del lampazo todavía no existían (hoy también extintas). Alguien de tareas, regaba con un tachito de lata el piso de tierra, o en el mejor de los casos piso de ladrillos, para que no se levantara el polvo, como protocolo para inaugurar la tarde. Los niños jugaban con pelotas de trapo en el medio de la calle o con una rueda de madera enganchada con alambres de parral, corriendo carreras. Si no se tenía trabajo era fundamental vestirse con las mejores pilchas y salir a caminar la ciudad / Esta era la forma de comunicación del barrio por excelencia /. Se podían tardar hasta 6 horas transitar una cuadra de la capital de esquina a esquina (100m apox.) Comenzando la cuadra se hablaba con “Don” Pepe como precalentamiento. Este mantenía su damajuana fría sumergida en la acequia. Pero no era el verdadero experto “social manager”; su esposa podía solucionar el problema laboral, del caminante, rápidamente si así lo quería. La Sra. de Don Pepe estaba al tanto de las más importantes cuestiones y noticias del barrio. Estas chimentos y rumores se cosechaban durante la mañana en el almacén. Si el desocupado lograba caerle bien a la señora de Don Pepe, al llegar a la esquina ya tenía entre cuatro o cinco changas para el otro día. Pero eso no era todo; el desocupado quedaba pintado de información preferencial. “El novio de la hija de Doña Juanita se fue a Bs. As. y ¡La familia anda buscando otro festejante para la niña!” (Más o menos a mitad de cuadra). “El Dr. Pérez va a salir de serenatas esta noche y será bien considerado a quien lo traiga de vuelta a su casa en la madrugada” (dos casas antes de la esquina). El Doc. era extremadamente eficaz en su trabajo. Treinta niños atendidos; treinta niños sanos (el especialista en cesárea). Sería por esto que el Dr. Pérez era: “un mañoso” de la comunidad; uno de esos tipos que hoy llaman “Líderes de opinión”. Había quedado viudo prematuramente y era el Jefe de Maternidad del Rawson. La comunidad se comportaba permisivamente con él, y siempre le buscaban un ángel guardián para sus salidas de viernes de descontrol: “¡Un buen muchacho, incorruptible que lo trajera de vuelta a casa; hasta tanto le encontraran una buena mujer para cuidarlo!”. La tarea es muy semejante a las listas de misiones secundarias en los modernos juegos de mundo abierto en tercera persona que pagan con XP “puntos de experiencia”. Así el jugador desocupado va consiguiendo tareas para hacer a medida que camina la vereda. Se camina a velocidad de paseo al llegar a la próxima casa se saca el sombrero a modo de respeto diciendo: ¡Buenas y santas! Primero las sonrisas y comienza la tertulia. Alguien necesita un aprendiz de mecánico (dato). El comisario está buscando jóvenes para policía (dato). ¡Que tenga una buena tarde, hasta luego! A mitad de cuadra se la puede ver a Juanita florearse (mostrándose) mientras lleva y trae mate a su padre que está inmerso en la lectura del diario (Tribuna de la Tarde). Aquí el desocupado, debía ser cauteloso. La conversación se entabla con Doña Juna con ribetes de interrogatorio hostil. La invitación de un par de mates era un evento determinante. Primero las miraditas… y si la suerte acompañaba, siempre estaba la escusa: ¡Tengo que ayudar a “volver” al doctor esta noche! Como si ese evento ya hubiese sido hablado. Esto le daría tiempo y espacio al transeúnte para evitar sentarse junto al lector a tomar mate por el resto de la tarde. Esto era bueno, pues también daba tiempo a Juanita a pensar y armar un pequeño prontuario amoroso del desconocido antes de sentar al primer sapo que va pasando. Esta es la razón fundamental del “¿por qué?”; el tiempo pasa tan lentamente en las provincias. Hay que pensar cada paso. Tras un ofrecimiento precario de manejar una cuadrilla en 9 de Julio y un par de vinos y/o mates… el desocupado llega a la casa del doctor casi en la esquina. En este momento toda la cuadra sabe que el “tipo” es el “conductor designado del Doc”. Sin muchos protocolos un asistente le pasa una pandereta para camuflarlo como parte de la banda y todo el mundo se sube a la parte trasera de un camión / auto vehículo y a la peña. Con el nuevo sol, todo el mundo sabrá si aquel “desocupado” era o no un buen chico… El tejido social tan expuesto de San Juan siempre fue la verdadera razón por la cual a nuestra comunidad, le cuestan: “las segundas oportunidades” amañadas por las oscuras fuerzas del: “¿qué dirán?”. Lo más interesante de esta historia es que estas gentes de veredas tomar, serían quienes insuflarían inspiración a quienes reconstruirían la más moderna ciudad del país en la década de 1950. Serían ellos quienes buscaran una vereda con baldosas brillante, anchas y con arbolado público e iluminación. Las veredas serían diseñadas como un gran escenario de paseo. Serían ellos, los sobrevivientes del terremoto de 1944, quienes bosquejarían sus casas de cemento y ladrillos, sin dinteles, sin cornisas y sin molduras. Una nueva ciudad moderna para las buenas niñas y los buenos muchachos.
Como era la comunicación sin redes
Hoy todos dicen de todo con los mensajitos de texto sin comprometerse; pero, ¿existía algo parecido en el pasado? Cómo eran las relaciones interpersonales sin celulares, sus protocolos, y los chimentos sin grietas.
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