La instrucción primaria en tierras de colonización española pasó inexorablemente por manos de religiosos. Fueron ellos, dominicos, franciscanos, jesuitas, quienes dieron los primeros pasos en materia educativa en nuestra provincia, basados en fuerza de voluntad, entereza y sacrificio ante una falta de recursos materiales que muchas veces rayaba la pobreza absoluta. La educación en manos de laicos llegó más tarde y se impartía con fuertes altibajos presupuestarios, con pocos docentes mal pagos y muchos alumnos a la orden. Maestros como los de la Escuela de la Patria, donde concurrió Sarmiento y que en sus memorias la recuerda, según su opinión como uno de los mejores del mundo, y en la década de 1820 la creación de un establecimiento en Desamparados creado por el maestro Genaro Quiroga, persona y docente cabal, que enriqueció a incontables generaciones con su vocación por la enseñanza, hablan a las claras de lo afortunados de nuestros jóvenes ciudadanos al recibir sus primeras instrucciones escolares. Época de caudillos, sable y pelea invadieron nuestra historia local y nacional, pero esto no fue motivo para transformar la educación en un objeto inasible. Por el contrario durante el gobierno de Nazario Benavides se restablece la Escuela de la Patria que vivía una existencia con altibajos políticos que la afectaron constantemente y el 9 de de julio de 1839 abrió sus puertas el Colegio de Señoritas de la advocación de Santa Rosa de América, que según Horacio Videla, fue el primero en Sudamérica. Su creación tiene que ver con la preocupación por las labores educativas que tuvo el Obispo Fray Justo Santa María de Oro, pero su muerte ocurrida en 1836 empaño este proyecto. No obstante sus ideales lograron concretarse gracias a la férrea voluntad de su hermana, doña Tránsito de Oro de Rodríguez y sobre todo a la visión sarmientina. Fue precisamente el Maestro de América quien la dirigió en los primeros tiempos, colaborando en la gestión sus hermanas Bienvenida y Procesa Sarmiento. En el momento de la inauguración se realizó una pomposa ceremonia a la que concurrieron importantes personalidades. El flamante colegio se emplazó en la casa paterna de Fray Justo.

En noviembre de 1840 la tensa situación política forzó a Sarmiento al destierro chileno, tiempo después la institución educativa cerró sus puertas, para reabrirlas en 1876 con el nombre de Colegio Santa Rosa de Lima “en la misma casa natal del Obispo Oro, donde funcionara el antiguo internado de Santa Rosa, a cargo ahora de las hermanas dominicas de Santa de Siena”.

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia