La energética estatal boliviana YPFB busca mejorar las condiciones para la inversión en el debilitado sector de petróleo y gas del país y ayuda de Rusia para superar la reciente escasez de combustibles, dijo el director de la compañía.

La nación sin salida al mar se está recuperando de un frustrado golpe militar contra el Gobierno la semana pasada, que se debió en parte a una creciente crisis económica vinculada a años de disminución de la producción de petróleo y gas que han afectado las reservas de divisas.

En una entrevista en Bolivia, pocos días después del fallido intento de golpe de Estado del 26 de junio, el presidente de YPFB, Armin Dorgathen, admitió el domingo que los errores políticos de los últimos años habían desanimado a los inversores y perjudicado la producción.

La producción de gas se ha reducido a la mitad desde su máximo de hace una década, mientras que la producción de petróleo es su nivel más bajo desde la década de 1990.

“Lo que estamos trabajando es buscar financiamiento desde diferentes perspectivas. Y buscar también socios”, dijo Dorgathen, citando problemas con los pagos, la legislación y la regulación bajo el liderazgo mayoritariamente socialista del país en los últimos años que dificultaron las cosas para las empresas privadas, algo que YPFB ahora estaba intentando cambiar.

“Estamos trabajando con los socios que tenemos ya acá en Bolivia igual, Repsol con Total para que se puedan hacer inversiones adicionales, con Petrobras”, afirmó.

La caída de la producción interna de petróleo y gas ha estado en el centro de los recientes problemas económicos y políticos de Bolivia. Alguna vez fue un importante exportador de gas a vecinos como Brasil, pero la caída de la producción ha afectado duramente los ingresos por exportaciones y ha dejado las reservas de los bancos centrales casi agotadas.

Las protestas vinculadas a la falta de dólares y las largas colas en las gasolineras se han vuelto cada vez más comunes, avivando tensiones y provocando luchas en el gobernante partido socialista MÁS entre el presidente Luis Arce y el exlíder Evo Morales.

Arce evitó un aparente intento de golpe la semana pasada, cuando un general rebelde dirigió unidades de soldados armados para tomar la plaza central de la capital política, La Paz, y embistió la puerta del palacio presidencial con un vehículo blindado.

Bolivia importa la mitad de la gasolina necesaria para satisfacer la demanda interna, lo que cuesta unos 800 millones de dólares al año. El ejecutivo dijo que el país estaba girando hacia compras más directas -y de menor costo- a productores de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros a través de su nueva firma estatal de comercio de energía Botrading SA.

El Gobierno también buscaba ayuda de Rusia, que forma parte de la OPEP, para aliviar el suministro de combustible. Rusia se ha visto afectada por sanciones a las exportaciones de energía debido a su invasión de Ucrania en 2022.

Por Lucinda Elliott y Daniel Ramos
Agencia Reuters