“Hay que acompañar, estar presentes, brindar seguridad y contribuir al desarrollo progresivo de la autonomía en las niñas y niños”, establece UNICEF.

Los niños y niñas aprenden experimentando, probando y equivocándose. Desde el lugar de adultos responsables, hay que incentivarlos a que intenten las veces que sea necesario y transmitirles que a partir de los errores también se aprende. Son como esponjas que absorben todo lo que ven, escuchan y sienten. Ellos aprenden con el ejemplo de los adultos con los que conviven y si observan que a la primera de cambio abandonan y se frustran, eso podría convertirse en un mecanismo de reacción en ellos. Es fundamental que entendamos que la paciencia, el respeto, la perseverancia, la tolerancia a la frustración, empiezan por casa.

Muchas veces, los adultos nos adelantamos a las acciones de los niños e impedimos que las hagan ellos mismos, ya sea por falta de tiempo, de confianza o por sobreprotección. Es clave confiar en que ellos pueden hacer las cosas, porque saben que sus referentes van a cuidar de ellos. Cuidar no es igual a sobreproteger. El cuidado implica estar presente sin intervenir excesivamente. En cambio, el sobreproteger es hacer todo por ellos, y es un comportamiento que suele venir acompañado de una cuota de miedo a que les pase algo o que no lo hagan ‘tan bien’. Al cuidar se acompaña fortaleciendo los recursos propios, brindando herramientas para que ellos puedan ir resolviendo los desafíos que se les va presentando, sintiéndose independientes y capaces. En caso de que les resulte difícil algo que estén probando, es importante que sepan que pueden acudir a su familia para solucionarlo. Pero es fundamental no anular sus acciones, porque eso influye en su autoestima y le genera una creencia de que ellos no pueden.

Los primeros pasos de aprender con autonomía comienzan en la primera infancia cuando los invitamos a ordenar sus juguetes mientras cantamos ‘a guardar, a guardar, cada cosa en su lugar’. A medida que van siendo más grandes ya pueden ir colaborando con las tareas cotidianas, como regar las plantas, poner la mesa, darle de comer a la mascota, hacer la cama y preparar la mochila.

Estas “pequeñas grandes responsabilidades” refuerzan sus habilidades y la seguridad en ellos mismos y, de esta manera, le proporcionamos autoconfianza. De lo contrario ellos crecen pensando que para todo dependen de los adultos referentes, limitando la capacidad de resolver los problemas. Hay que dejar que ellos puedan ir eligiendo y aceptar que lo que ellos deciden, aunque esto no coincida con lo que piensan o esperan los adultos que los crían. ¡Pero cuidado! Que actuar con independencia no significa que hagan lo quieran. Siempre hay límites.. En cada familia hay acuerdos y reglas de convivencia que deben existir, sabiendo que cosas pueden o no negociarse.

“Además de ver qué podemos enseñarles a nuestros hijos, debemos estar atentos a qué tienen para decirnos. Ellos nos modifican desde el útero. Más tarde, se convierten en nuestros maestros y nos enseñan eso que no está en los libros. Me refiero al aprendizaje vivencial que nos lleva a acompañar sus miedos, a tolerar frustraciones, a aceptar lo imprevisible y a desarrollar un mayor control. Con nuestros hijos lo que mejor podemos hacer es darles una educación con límites en un marco de amor. Ellos nos sacan de nuestra postura yoica inicial, y con los años, pueden convertirse en nuestros grandes críticos, tanto como hacernos reír, disfrutar y ser más altruistas”, pronunció la pediatra, neonatóloga y psicoanalista infantil Graciela Basso.

La forma en que los niños y niñas aprenden es explorando el mundo que los rodea y teniendo personas que los cuiden, que los amen y los dejen ser. Es fundamental la presencia de la familia en el proceso de aprendizaje. Que estén, que disfruten de pasar tiempo juntos y que aprendan de ellos. Que escuchen lo que tienen para decir, que hagan que los niños se sientan escuchados y mirados. De esta forma crecen encontrando valor en los logros que van alcanzando y superando. Sé que el tiempo apremia y algunas veces hacemos cosas por ellos, porque así es más rápido y está bien porque en algunos momentos es lo que se puede. Que los niños y niñas aprendan con independencia no tiene que convertirse en un mandato, esa no es la idea, pero si es importante que, de acuerdo a los ritmos de cada familia, se intente tomar consciencia de la importancia de la autonomía en la infancia.

¿Cómo acompañan a sus hijos?