A comienzos de agosto, más precisamente el día primero, el mundo andino celebra la festividad de “La Madre Tierra”, o la Pachamama. Esta área geográfica comprende los Andes Centrales y parte de los septentrionales y meridionales. En Argentina son las provincias del noroeste las que conservan viva esta celebración y año a año la conmemoran. En relación a nuestro país, puntualiza el investigador Guillermo Magrassi, que “que miles de puneños, quebradeños, vallistos, serranos, arribeños y abajeños, tradicionalistas o “acholados”, al igual que millones de mestizos de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Tucumán y Santiago del Estero”, continúan rindiendo culto a esta entidad andina.

La Pachamama es considerada una deidad femenina de los pueblos campesinos cuyo origen, según ciertos autores sería, aymara llegando a tener gran popularidad en el Incario o Imperio Inca. Adolfo Colombres expresa que la “palabra pacha designó en un principio sólo un tiempo o edad del mundo, para pasar luego a referirse a un lugar o espacio y a la misma tierra generadora de la vida y fecundidad”. La gran fiesta se le celebra el 1º de agosto, este es el día de la “corpachada” (corpachar: dar de comer y beber a la tierra) una significativa y solemne práctica ritual que comienza con una plegaria a través de la cual se instaura un compromiso sagrado entre el hombre y la pacha que los dos están obligados a cumplir. Luego de esta súplica se continúa con la principal parte del ritual. Se prepara comida, se elabora chicha, además se adquiere coca y cigarrillos. Los creyentes arrodillados depositan parte de estas ofrendas en un hoyo cavado en ciertos sitios como puede ser un lugar de la vivienda, a la orilla del camino o en la cercanía de una vertiente. A estos espacios se los suele denominar “apachetas”, considerados como templos. De esta manera las ofrendas brindadas pasan a formar parte de la madre tierra. Finalizada esta ceremonia los creyentes ahúman la tierra y se retiran sosegados porque la pacha ha quedado complacida.

Para los indígenas andinos la Pachamama es además la encargada de madurar los frutos, acrecentar el número de ganado y se acostumbra a invocarla en tiempos de sembradíos, ante posibles contingencias climáticas y para resguardar a los caminantes de la puna o el “soroche”. También se dice que es muy solapada y vengativa con los incrédulos e ingratos, sobre todo con los que no la veneran o no la celebran.

 

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia