La primera vez que visité la Quinta “17 de Octubre” invitado por el último administrador o custodio de los bienes de Juan Domingo Perón en España, el leal peronista José Miguel Vanni, el duende del general había desaparecido totalmente del lugar. En esos finales de los años ’80, aquel escenario clave de la vida política argentina durante casi dos décadas lucía mudo su bronce histórico, a pesar del rictus solemne que había quedado marcado en nuestra retina, gracias a la prensa y especialmente a la televisión, de tanto trajín de dirigentes políticos argentinos por la residencia. Entre ellos el ex gobernador sanjuanino Eloy Camus, los también destacados dirigentes locales José Armando González, hermanos Carlos y Antonio Nicolás Harica y Enrique Lorenzo Fernández, secretario general de la entonces CGT oficial.
Por todo ese sinnúmero de visitas, el poderoso sillón madrileño de Perón que tuvieron oportunidad de ver los citados sanjuaninos y otros tantos argentinos, entre finales de los ’60 y principios de los ’70 se había parecido mucho al de Rivadavia, muy a pesar del general Alejandro Lanusse, presidente-dictador en el último tramo del exilio de Perón, y de sus amigos de la Libertadora.
El sueño de Perón
En la caminata por el extenso parque que rodeaba la residencia de la calle Navalmanzano número 6 del distinguido barrio madrileño de “Puerta de Hierro”, me enteraba de confesiones seguramente inéditas: “Perón había soñado con recuperar la presidencia usurpada en 1955, pero en 1973 ya era demasiado tarde; había perdido las ganas”, confiesa Vanni. Sin embargo el ex presidente dejaba muy claro que “quería seguir sirviendo a la Argentina hasta su último respiro”.
Junto a él, María Estela Martínez Cartas, “Isabelita”, su tercera esposa, “tampoco mostraba ninguna apetencia de poder, pues si de eso se trataba, vivir junto al líder ya era poseer mucha influencia en la Argentina, a la distancia”. Pero, como lo certifica la historia, a pesar de todo, se toma la decisión del retorno definitivo, y seis días antes del histórico 20 de junio de 1973 del viaje a Buenos Aires (en compañía del entonces presidente Héctor J. Cámpora, que había ido a Madrid para acompañarlo en el regreso), el ex presidente es operado en Barcelona por el urólogo doctor Antonio Puigvert, “aunque su médico de cabecera fue el también español Dr. Francisco Flores Tascón, en cuyo domicilio se celebró la boda de Perón con Isabel, el 2 de enero de 1961”, memora Vanni.
Empujado hacia la meta
El popular matrimonio, que en septiembre de aquel ’73, brillaría con la fórmula presidencial “Perón-Perón” obteniendo el más alto porcentaje de votos de la historia constitucional argentina hasta ese momento, había sido empujado hacia tal meta por un sinfín de dirigentes peronistas y la mayoría del pueblo argentino para verlo de nuevo presidente del país. Pero el primero de ellos, quizá por ser su secretario y vivir con él en su quinta, fue José López Rega, “Lopecito” como lo llamaba Perón, quien se encargó de minar los planes del líder justicialista de no ser candidato “ya que el general disfrutaba más de mantener contactos clave de poder en la Argentina desde España, pero más de pasear tranquilo por Madrid o por las playas malagueñas de Fuengirola, leer dos horas diarias, gozar de charlas y de cafés con tantos personajes que le visitaban, además de jugar con su popular perrita caniche “Canela”. También gustaba caminar y hacer deportes todos los días, así como ir al cine, de cuyas salidas, recuerda Vanni, una película que Perón nunca dejó de comentar como la que mas le gustó fue “El bueno, el malo y el feo”, con Clint Eastwood y Lee Van Cleef. Recuerda también en la caminata el último administrador de los bienes de Perón que cada 26 de julio, aniversario de la muerte de Eva Duarte, Perón e Isabel concurrían a la misa que se oficiaba en su memoria en la basílica de San Jerónimo de Madrid (donde en 1906 se había realizado la boda del rey Alfonso XIII, bisabuelo del actual rey Felipe VI de España), ya que muchos españoles recordaban siempre la ayuda que Evita llevó a España en 1947.
La despedida de España
Vanni recordaba en aquella charla en los jardines de la Quinta “17 de Octubre”, que quienes fueron los mejores amigos del general en Madrid, lo habían despedido con lágrimas el último día español de Perón porque sabían que no lo volverían a ver con vida, y nunca ocultaron su confesión más creíble: “el Perón que se fue no era el Perón que esperaban los argentinos, el líder que conocieron y que amaron tantos millones de ciudadanos”.
Es que, confesaba Vanni, ese Perón se había quedado en Madrid, y se fue definitivamente de este mundo el 1º de Julio de 1974 de su muerte.
* Autor de “Perón-Frondizi, la conversación”, Madrid, 2010.
Fuentes: Entrevistas del autor a José Miguel Vanni, hombre de confianza de Perón y ultimo administrador de sus bienes en Madrid.
La venta de la quinta
Cuando las hermanas de Eva, de acuerdo con Isabel, vendieron la quinta (11.000 metros cuadrados) el 19 de diciembre de 1989 por 4 millones de dólares, allí ya no quedaba ninguna señal peronista, y menos aún tras ser destruida a fin de construir seis chalets para la venta y hoy en poder de anónimos propietarios. Aunque el segundo comprador de la Quinta (tras el fracaso del primer comprador, una empresa constructora) fue el reconocido futbolista y mundialista argentino Jorge Valdano, muchos años técnico del Real Madrid, quien hizo derribar el mítico chalet y con un arquitecto de su confianza construyó allí seis “chalets adosados”, uno de ellos para él, y donde vive en la actualidad con su familia.
Quizá el único testimonio de los días del exilio español del ex presidente argentino (5 de enero de 1961 al 20 de junio de 1973), que quedaba bajo tierra en la quinta y que nadie pudo detectar fueron los huesos de “Canela”.