Los pueblos originarios llevan muchos años manifestando su repudio al enviado de los Reyes Católicos en 1492, levantando la bandera del “‘último día de libertad” el 11 de octubre, jornada anterior al célebre desembarco. Ahora, apoyan también la idea de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de reemplazar la estatua de Cristóbal Colón frente a la Casa Rosada con una obra escultórica en homenaje a Juana Azurduy, brava luchadora por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata. Autoría del artista Andrés Zerneri (creador del monumento al Che Guevara en Rosario), es la escultura más grande en bronce de la Argentina. Pero la primera estatua no desaparecería sino que se trasladaría a una zona considerada más adecuada para el perfil del famoso navegante: Mar del Plata.
La idea tuvo rechazos del Gobierno de la Ciudad y de la colectividad italiana en Buenos Aires, y mientras el trámite sigue, la escultura de Colón ha sido movida y llevada para una restauración.
Al margen de todo esto, ocurre que nunca dejó de existir un Cristóbal Colón de la rama original del hombre de mar genovés, cartógrafo, almirante, virrey y “‘gobernador general de las Indias”, en nombre de la Corona de Castilla. Por eso hoy, cuando promedia la segunda década del siglo XXI, un Cristóbal Colón en carne y hueso, legítimo descendiente del primero por vía de Diego Colón, hijo de aquel, según reconocidos estudios de genealogía, vive su vida de marino entre España y EEUU, respetuoso de todos, pero teniendo claro su polémica herencia. Es Cristóbal Colón de Carvajal y Gorosábel, 17º duque de Veragua, marqués de Jamaica. Por todo ello, me permito recordar que en 1992, con motivo de la celebración de lo que el gobierno español terminó llamando “‘Encuentro entre dos mundos”, la prensa quiso abordar desde distintos ángulos el aniversario, y fui elegido en el medio donde trabajaba, Europa Press, Área Reportajes, para ubicar y entrevistar a algunos descendientes de los protagonistas del mítico viaje de Cristóbal Colón, incluidos los del mismísimo “‘gran almirante”.
Seis años antes, la organización terrorista (nacida separatista en tiempos de Francisco Franco) ETA, había asesinado al almirante Cristóbal Colón de Carvajal y Maroto, jubilado de la armada española, por el simple hecho de llamarse así. Los líderes etarras buscaban titulares de promoción en todo el mundo con la frase “‘ETA asesinó a Cristóbal Colón”, y lo consiguieron, a pesar de contar con un ínfimo porcentaje de adhesión popular de sus acciones (en torno al 3% de los ciudadanos vascos). Debo citar esta circunstancia, ya que mi primera llamada a la casa de la familia Colón de Carvajal fue atendida por la viuda del almirante asesinado y madre del actual Cristóbal Colón. Le comenté que deseaba entrevistar a su hijo y heredero del título. “‘Llámeme el sábado, pero mi hijo no quiere que le hagan fotos”, respondió muy afablemente pero con un dejo de dolor por el recuerdo de la violenta e inútil muerte de su esposo.
Llegó el sábado y a las 9.30 marqué de nuevo el número de la familia:
-Hola, ¿dígame?
– Sí, ¿don Cristóbal Colón?
– Sí, al aparato, ¿quién habla?
Luego de las explicaciones del caso y el pedido de entrevista, el interlocutor con acento severo, quizá propio de militar (a la sazón era capitán de navío) pero en tono sensiblemente educado respondió:
-Mire usted, yo estoy muy agradecido de que piensen en mí para este reportaje, pero no voy a dar ni una sola entrevista a nadie en España ni en el resto del mundo. Absolutamente. Además estoy por viajar a los Estados Unidos, y no estaré prácticamente este año del Quinto Centenario aquí. No quiero que nadie me conozca. Mire lo que acaba de suceder con mi padre por llamarse como se llamaba (…) Discúlpeme. Quedo a disposición suya para colaborar con información o documentación que ustedes necesiten.
El diálogo siguió por breves momentos hasta la despedida. Era un sábado cualquiera, pero que nunca olvidaría como periodista. Como tampoco dejo de recordar que cumplió su palabra: jamás habló ni se mostró públicamente, aunque en EEUU alguien tomó una foto donde aparecía junto a otras personas, pero su perfil se dibujó tenuemente en la imagen. No obstante hay una foto “‘oficial” suya en publicaciones de genealogía de la nobleza española. Este Cristóbal Colón del siglo XXI, sucesor familiar, casi anónimo, de aquel de 1492, nació en México, está casado con Isabel de Mandalúniz y Castelo d’ Ortega, marquesa de Taurisano, y tienen 2 hijos, Cristóbal, como manda la tradición, y Ángel Santiago. Actual vicealmirante de la Armada Española, conserva todos los títulos y honores concedidos al célebre marino: duque de Veragua y de la Vega de la Isla de Santo Domingo, marqués de Jamaica y de Aguilafuerte, almirante de la Mar Océana, y Adelantado Mayor de las Indias.
Mientras tanto, el Colón porteño ha salido a pasear, para reaparecer en el mismo lugar, o cerca de algún mar doméstico que le recuerde su ascendencia.
(*) Periodista.
