Al volvernos más viejos es normal empezar a extrañar y creer que los años pasados fueron mejores, pero la realidad siempre muestra que a medida que pasan los años las ciencias avanzan y el ser humano va adquiriendo más confort y bienestar general. Sin embargo en nuestro país esto parece no cumplirse en muchos aspectos, lejos están aquellos años de la Argentina próspera, envidiada por otras naciones por su riqueza, intelectualidad, con índices de pobreza bajos y de instrucción altos. Ni siquiera podemos decir que nos estancamos, parecería ser que involucionamos.
Hoy más que nunca está vigente aquella magnifica composición literaria de Enrique Santos Discépolo, el afamado tango Cambalache. Mientras que observamos que los países civilizados bajan sus niveles de corrupción e incrementan sus estándares de vida y aumentan las calidades y valores de sus democracias, los argentinos vamos en contramano. La realidad nos va indicando que desde mediados del siglo pasado empezamos a ser estudiados desde la psicosociología moderna, como un fenómeno de ausencia de proyectos sólidos. Es que los argentinos empezamos con incrementos de índices inflacionarios, incrementamos a niveles alarmantes el gasto público, comenzamos a vivir de empréstitos, cayó la calidad institucional, se incrementó la pobreza y la indigencia y los actos de corrupción de los funcionarios terminaron afectando el erario del Estado.
"Lejos están aquellos años de la Argentina próspera, envidiada por la mayoría de las naciones por su riqueza, intelectualidad, avanzada a los tiempos, con índices de pobreza bajísimos y de instrucción altos….
La Argentina de los valores, el respeto, la educación, la de los premios Nobel, de la cultura del trabajo, la Argentina de la decencia y moral alta, parecen haber quedado en el pasado… y pasado muy lejano. ¿Qué nos pasó realmente? ¿Por qué muchos optaron por el facilismo y el saqueo al trabajo y dejando de lado la dignidad de afrontar la vida? ¿En qué momento elegimos creer en "burdas mentiras" y perdimos de vista la verdadera realidad?
Lo peor de todo, lejos de "poner un parate" a todo en semejante crisis no sólo sanitaria, sino también económica, institucional y de desvalores, seguimos incrementando el gasto público con miles de incorporaciones al plantel estatal, dádivas de todo tipo y…, más erogaciones al sistema previsional.
Los argentinos como sociedad hoy somos estudiados, en las más renombradas academias científicas del mundo, como una "patología social" y la realidad sigue determinando que eso parece no importarnos y seguimos sin tomar conciencia que cada vez ingresamos y nos adentramos a uno de los "túneles más oscuros" de nuestros poco más de 200 años de historia.
"¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor! ¡ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador! ¡Todo es igual!, ¡Nada es mejor!, ¡Lo mismo un burro que un gran profesor!", como dice Discépolo.
Por Jorge Reinoso Rivera
Periodista
