Contrariamente a lo que uno podría concluir tras leer los titulares, lo más importante de la visita de 2 días a Venezuela de los expresidentes Andrés Pastrana de Colombia, Sebastián Piñera de Chile, y Felipe Calderón de México, el pasado fin de semana, no fue que se reunieron con opositores, ni que trataron de hacer una visita a la cárcel donde está preso el líder opositor Leopoldo López.

Lo más importante fue que obligaron a sus propios gobiernos a salir en su defensa -a pesar de que los tres son opositores de los gobiernos actuales en sus respectivos países- y a apoyar sus demandas de democracia en Venezuela.

Después de que el presidente venezolano Nicolás Maduro calificó a los 3 visitantes de vagos y desestabilizadores, y afirmó que su viaje había sido "pagado con el dinero del narcotráfico", los gobiernos de Colombia y Chile tuvieron que salir a defender a sus expresidentes.

Colombia fue un paso más allá, y además de reclamar un "trato digno" a su expresidente dijo en un comunicado oficial que "esperamos que Leopoldo López recupere su libertad lo antes posible".

Al hablar con los 3 expresidentes sobre su viaje a Venezuela, parecieron coincidir en que había ayudado a impulsar a sus propios gobiernos a prestarle más atención a las violaciones de libertades políticas en Venezuela.

Los tres coincidieron en que las democracias latinoamericanas no han cumplido con sus compromisos bajo varios tratados regionales de defender la democracia en toda América Latina.

En Chile, el canciller Heraldo Muñoz apoyó la visita de Piñera a Venezuela, aclarando que se trató de una visita privada. Poco después, 13 exministros de la coalición gobernante de centro izquierda de Chile firmaron una declaración diciendo que ningún progresista chileno puede permanecer impasible ante la situación de Venezuela.

El gobierno de México brilló por su silencio. Calderón dijo que no tenía ninguna queja porque había recibido el apoyo de la embajada de México en Caracas, pero añadió que "todos tenemos que actuar de una manera más proactiva" para apoyar a las libertades básicas en Venezuela, ya que "hay un muro de indiferencia" con respecto a lo que está sucediendo en ese país.

Mi opinión: Los gobiernos latinoamericanos han guardado un vergonzoso silencio ante los abusos del Gobierno venezolano. Y los expresidentes Pastrana, Piñera y Calderón, contradiciendo aquel viejo chiste de que los exgobernantes son como jarrones chinos -que son muy importantes, pero no sirven para nada- han demostrado que los exmandatarios pueden hacer mucho para defender la democracia en América Latina.

La siguiente visita de apoyo moral a la reprimida oposición de Venezuela no debería ser de un grupo de tres expresidentes, sino de un grupo de 30, o 40. Así como Maduro y todos los demás presidentes se reúnen regularmente con líderes de oposición de los países que visitan, no hay razón por la cual los presidentes actuales o sus predecesores no puedan hacer lo mismo en Venezuela.

Hay más de media docena de clubes de ex jefes de Estado democráticos en donde participan la mayoría de los expresidentes latinoamericanos, incluyendo el Club de Madrid, la Internacional Socialista, la Internacional Demócrata de Centro, el Círculo de Montevideo, y el Centro Global para el Desarrollo y la Democracia.

En lugar de emitir declaraciones en apoyo a la democracia que son leídas por muy pocos, estos clubes de expresidentes deberían organizar una visita masiva a Venezuela antes de las elecciones legislativas de este año.